Un día controlas a un guerrero fuerte y valiente, con un manejo de la espada brillante y una capacidad de bloquear los ataques enemigos que te convierte en una auténtica máquina de matar. Cada combate es un espectáculo visual que se desarrolla a un ritmo frenético. Tus sentidos se esfuerzan en no perder ningún detalle de lo que está ocurriendo y actúas en perfecta armonía con lo que ves. Pero dos meses después…
Dos meses después ese guerrero se ha vuelto torpe. Sigue teniendo el mismo aspecto, atributos y habilidades, pero sus recuerdos parecen haberse borrado. No es capaz de esquivar los ataques más débiles de un enemigo cualquiera porque no recuerdas cómo se hace, y está empezando a gastar todas esas pociones que se había dedicado a reunir con tanto esfuerzo.
Pensaste en dejar un tiempo el juego y volver más adelante, y ahora que lo has hecho te has llevado un chasco. Es la extraña y a menudo desalentadora experiencia de retomar una partida.
Hoy en día no dejamos aparcados solamente juegos que nos aburran o que no cumplan nuestras expectativas; algunas veces tenemos que dejarlos porque no podemos resistirnos a ese otro título que acaba de salir -presas de las poderosas herramientas de márketing de la industria y del ansia por tenerlo en nuestras manos el día de salida- o a uno que nos ha prestado un amigo y que preferimos jugar para compartir con él nuestras impresiones. Nos juramos volver a retomar ese juego donde lo dejamos “para más adelante” y pocas veces lo hacemos. Pero cuando lo conseguimos, nos podemos encontrar con algunos problemas.
Yo los resumo en tres preguntas:
1. ¿A dónde tengo que ir?
O qué diantes tengo que hacer ahora para seguir con lo que quiera que estaba haciendo. En juegos de mundo abierto (Sleeping Dogs, Red Dead Redemption) o rol (Mass Effect, Skyrim) este problema se suaviza relativamente porque cuentan con algún tipo de “diario de progreso” en el que se marcan las misiones activas y las completadas, facilitando bastante las cosas. Pero esto tampoco asegura el éxito en la “reentrada”. Cargas una partida a medias de un juego que dejaste tiempo atrás sin recordar por qué… y recuerdas el motivo cuando la pantalla de carga desaparece: te habías quedado en una mazmorra maldita que fue la culpable de haberte hecho dejar el juego (y no miro a nadie, Celestia de The Legend of Zelda: Twilight Princess…).
Ahí tienes dos opciones: o dejas la partida para siempre o le echas narices y te enfrentas al desafío. Luego está el caso extremo de encontrarte tan perdido en tu partida guardada que desistes y vuelves a empezar una nueva. A mí me ha pasado unas cuantas veces…
2. ¿Qué pinto yo aquí?
La trama es un punto muy importante. Una vez has recordado cuál es tu objetivo en el juego intentas recordar qué es lo que te ha llevado allí. Si ha pasado poco tiempo desde la última vez que jugaste es posible que recuerdes detalles del argumento o que al menos seas capaz de hacer un breve resumen mental de lo ocurrido hasta llegar a donde estás, pero si han pasado meses quizás no te acuerdes de casi nada.
Algunos juegos como Darksiders 2 o los Batman Arkham incorporan resúmenes del argumento mientras la partida está cargando para recordarte brevemente dónde te quedaste la última vez que jugaste. Esto puede funcionar cuando hace un par de días o un par de semanas que no juegas, pero en caso de haber pasado meses desde la última vez francamente es algo que poco aporta.
3. ¿Este botón para qué servía?
Ya recuerdas dónde estás y de dónde vienes. Quizás incluso recuerdes tu propósito en el juego. Ahora toca entrar en acción.Por suerte los esquemas de control, tanto en pad como en teclado/ratón, están bastante estandarizados hoy en día y es fácil determinar de forma instintiva qué hace cada botón. Puedes dedicarte a pulsarlos uno a uno para ver qué hacen, pero siempre existen esas pulsaciones largas o combinaciones que se resisten. Para estos controles avanzados puedes recurrir al menú de opciones y ver los esquemas básicos, pero muchas veces no podremos ejecutarlos en ese momento del juego. Porque sinceramente, ¿alguien lee los manuales de las cajas de los juegos?
También hay que recalcar que “gracias” al esfuerzo de las compañías por que todo el mundo pueda jugar a sus juegos por poco hábil que sea, existen sistemas de ayuda visuales que te indican en todo momento por dónde tienes que ir y qué botón tienes que pulsar. Así que puedes apartar a un lado tu orgullo hardcore y activar esas ayudas durante un tiempo (vale, o dejarlas activadas para siempre). Incluso hay juegos que te llevan de la mano en todo momento y no tienes que preocuparte de qué tienes que hacer; tan sólo basta con desconectar el cerebro y disparar/atacar a todo lo que se mueva.
Después de resolver las tres preguntas tengo que aclarar una cosa: no todo son obstáculos. Retomar una partida no es solo seguir desde donde lo dejaste, sino también recordar cómo era el juego y descubrir qué faltaba por ver. Y muchas veces este ejercicio puede hacer variar la impresión que nos dejó el título, para bien o para mal.
Vivimos en una época donde cada mes aparecen dos o tres juegos que nos llaman la atención. Tenemos menos tiempo para dedicarles y menos dinero que invertir en ellos, pero también hay cada vez más y más ofertas que sólo sirven para llenar nuestras estanterías de cajas de plástico con discos dentro.
Así que cuando termines un juego y no sepas a qué jugar… de ti depende qué estantería mirar: la de tu tienda de confianza o la de tu propia casa. Quizás encuentres algún juego que dejaste a medias tiempo atrás. Una opción valdrá dinero, la otra no… pero ya sabes, ¡todas conllevan algún riesgo!
Artículo escrito por sokomizer (@sokomizer)