«La Fábrica de Monstruos» es una fábula que sigue a Juan, un niño pequeño que pierde a sus padres tras ser devorados por un cocodrilo. A partir de este hecho, se verá obligado a acudir a un centro de acogida que se parece más a una prisión de máxima seguridad que a un lugar donde cuidan de niños huérfanos. Pero todo lo malo dura poco, y pronto Juan será adoptado por el tío Tom, un inventor con el que el niño vivirá mil aventuras.
Desde una perspectiva puramente adulta, estamos ante un relato que sorprende en su inicio por su dureza y por mostrar que las cosas no son de color de rosa para nadie. Tal vez en este tramo inicial reside la gran fuerza del cuento por su tono triste y hasta conmovedor, aunque hay que tener en cuenta que el público al que va orientado es el infantil. Por ello, una vez pasado lo peor encontramos una fábula más clásica y optimista, que ahonda en valores como la imaginación y la importancia de la cultura, todo visto a través de los ojos de un niño.
Como todo buen cuento, «La Fábrica de Monstruos» intenta dejar poso plantando una pequeña moraleja en forma de segunda lectura tanto para los adultos como para los niños, y es un ánimo a perder el miedo en situaciones adversas. Por tanto, también tiene su parte de enseñanza perfectamente válida para los tiempos que corren, y además ayuda a los más pequeños a ver el conocimiento como la mejor herramienta para alcanzar objetivos positivos.
El cuento es cortito, con unas 80 páginas que se leen muy rápido y que vienen complementadas con un puñado de ilustraciones de aire infantil, a cargo de Olivia Alba.
Creo que «La Fábrica de Monstruos» es un cuento ideal para que todos los que sois padres recuperéis la tradición de leer historias a vuestros hijos sin tener que recurrir a los clásicos de toda la vida. Aquí vais a encontrar un relato que a buen seguro encantará a los niños y estimulará su imaginación.
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