La fábrica del emprendedor (2015), de jorge moruno. trabajo y política en la empresa-mundo.

Publicado el 12 septiembre 2016 por Miguelmalaga
En los últimos años han proliferado en nuestras librerías los libros que tratan de explicar la situación económica, los que diagnostican y tratan de ofrecer soluciones a la crisis más grave de las últimas décadas. Algunos se fijan en crisis anteriores, pero otros constatan que el mundo del trabajo ha cambiado para siempre, porque el nuevo paradigma tiene que ver con la preponderancia de las multinacionales sobre los gobiernos. Hoy sabemos oficialmente - era un secreto a voces - que el Estado jamás recuperará lo invertido en uno de los mayores timos de la historia: el rescate bancario. Simplemente se anuncia tan horrenda notica, pero nadie asume responsabilidades ni los ciudadanos, acostumbrados ya desde hace tiempo a tragar noticias que hace algún tiempo hubieran resultado intolerables, apenas se inmutan. Sobre todo porque este anuncio, a pesar de ser muy importante, pronto será olvidado en la vorágine de una actualidad que no siempre se compone de noticas tan relevantes.
El libro de Moruno se inscribe en la tendencia antes expuesta. Jorge Moruno es un militante de Podemos, conocedor de la nueva realidad laboral desde dentro, que intenta poner su granito de arena y construir un discurso, más o menos acertado, que pretende hacerse oir entre el ruido imperante. Y pretende hacerlo basándose en una idea fundamental: que las empresas se han convertido en instituciones totalitarias que maltratan impunemente a sus empleados. Ya hace tiempo que el trabajo dejó de considerarse como una maldición para pasar a ser un bien tan escaso como soñado por muchos que no tienen posibilidad de acceder a él. Es cierta la afirmación de Moruno de que esas pretensiones de volver al pleno empleo - si alguna vez lo hubo - son una quimera, porque jamás habrá trabajo para todos. La idea es instituir una renta básica y repartir el trabajo existente. Una idea que a muchos puede parecer absurda e irrealizable, como se dijo en su día de la Sanidad universal, pero que debería empezar a estudiarse - aunque sea por dignificar la vida de aquellos que ya han perdido toda esperanza de llevar una existencia digna - como se está haciendo en algunos países. 
También es cierto que se ha perdido el sentimiento colectivo de pertenecer a una clase social. Las instituciones fomentan el individualismo y la competencia en el ámbito laboral, una realidad que resulta ser un arma de doble filo, puesto que si por una parte logra la motivación suficiente para que el esfuerzo sea cada vez mayor a nivel individual, también pone trabas al verdadero avance, aquel que se logra con el trabajo cooperativo. Además se fomenta el miedo y la culpa. Al hacer que todos seamos dueños absolutos de nosotros mismos, cualquier fracaso es vivido como una tragedia personal y la sociedad no ayudará al perdedor porque, de alguna manera, él se lo habrá buscado:
"De lo que se trata siempre es de buscar explicaciones a los dolores que sufre la sociedad. En nuestro caso actual, cuando se deshilachan los vínculos construidos y posados tras siglos de movimiento obrero a lo largo de la gestación de la sociedad salarial, se ofrece como sustituta al pánico existencial una solución que cuaja con el espíritu del éxito propio del individualismo posesivo. Solo hace falta acercarse a una estación de tren para observar cómo convergen toda una pila de libros de autoayuda junto con otros que te dan la receta del éxito, otros te ayudan a evitar a la gente tóxica, a controlar las emociones, y los que te incitan a invertir en Bolsa o panfletos que idolatran al llamado mercado. Cuando el dolor y las preguntas se viven en solitario y se elimina la dimensión social y la posibilidad colectiva del cambio, únicamente queda tu persona, tu pasado, tus debilidades y tus miedos como causa explicativa y como vía para conseguir salir del pozo. Todas estas nuevas técnicas de superación personal pueden verse como las costuras de un nuevo traje disciplinario sobre la fuerza de trabajo, un traje que ya no se basa en moldear cuerpos, sino en controlar la mente acompasada al cuerpo."
Y lo peor de todo es que ningún político ofrece verdaderas soluciones. Se habla de emprendimiento, de pensamiento positivo y de crecimiento, pero no de ayudar directamente a quien lo necesita, analizando las características individuales de su caso. Al parado ya no se le considera ni siquiera un enfermo, sino una especie de parásito que no es capaz de motivarse a sí mismo para salir de su situación. Se supone que habitamos un escenario de libertad e igualdad económicas absolutas, en el que cualquiera con una buena idea será capaz de salir adelante, pero no es cierto. La sima entre débiles y poderosos es mayor que nunca y también la capacidad de acceso a informaciones privilegiadas, auténtico basamento del poder económico.
Aunque posee un indudable interés en sus argumentos, a mí me hubiera gustado más que el libro de Moruno se centrara más en las causas y consecuencias de la moda emprendedora con la que los distintos gobiernos, estatales y autonómicos pretenden tener la varita mágica del fin de la crisis. Es cierto que nuestro país ha entrado en una senda de crecimiento que empieza a notarse en ciertos ámbitos, pero también lo es que tanta apelación al individualismo -  entendido como mejor manera de ganar dinero - solo puede tener como resultado una preocupante disminución de la capacidad creativa de todo un país.