Descubrí la existencia de esta deliciosa obra de forma casual, alternando mis rutas habituales y confieso que luego, cambiaba de itinerario para poder disfrutarla una vez más. Una de las ventajas de las nuevas tecnologías es que todos estamos, más o menos, localizables, a tiro de email. De esta forma pude contactar con la mente que está detrás de este secreto, Jack Babiloni, quien me descifró alguno de los misterios que encierra esta fachada.
Mediante el uso de sólo cuatro colores (negro amarillo azul y ocre), Jack ha logrado un resultado que entra por los ojos y conmueve. El artista recibió el encargo de rematar la profunda remodelación que había sufrido el edificio de 1886 durante cuatro largos años. La aportación de Babiloni, como el mismo me cuenta, iba a ser testimonial aunque terminó por inundar toda la escena
“En principio la invitación se restringía a mi intervención sobre 5 paños verticales entre balcones y sólo uno de los 4 chaflanes horizontales disponibles, que dejé listos entre los días 4, 5 y 6 de marzo de 2008. Ahí nacieron Poseidón e Hipocampo (en la fachada de la calle Campoamor), Quirón (en el chaflán) y Atenea, Amor y Helio (en la fachada de la calle Orellana). Al día siguiente, el viernes 7 de marzo, mostré el resultado, en visita de obra in situ. Tras diez minutos de subidas y bajadas de los responsables de la dirección facultativa y de servidor por escalinatas tubulares extramuros, recibí la siguiente sonriente contraorden:
-Babiloni, píntala toda”
Así comenzaron algo más de dos semanas de trabajo, sin bocetos ni prefacturas que Jack fue realizando sobre la marcha, desde las alturas. Desgranando, con sus pinceles, una obra destinada a marcar un antes y un después en el barrio. “Así, por ejemplo, desaparecieron muchos personajes que en mi taller me apetecía pintar, pero que en pleno parto fueron resultándome insuficientemente eufóricos en lo emocional, sentimental o, siquiera, lírico. Mantuve, eso sí, la férrea vocación griega que prometí, excepción hecha de un romano que se me coló de rondón y por la puerta grande: Marco Aurelio, irrebatible filósofo y olvidable emperador”, matiza el artista.
Del casi kilómetro cuadrado de arte que invade la fachada, la última pincelada fue la tilde de TODO ES “FELICIDÁ”, caligrafiada en el chaflán del primer piso. Un último destello que se producía a las 11:40 AM del 28 de marzo de 2008. Pocas fechas después, Babiloni recibía un halago conmovedor en forma de email. “El 1 de junio de 2008 recibí un correo electrónico de los inquilinos del tercer piso, una pareja germano-española con dos críos de 5 y 2 años: “Mil gracias, Babiloni. Desde que vivimos en TODO ES “FELICIDÁ”, los niños apenas riñen, comen sin insistirles y duermen de un tirón”.
Seis años después, aquel breve mensaje sigue emocionando al artista. Casi de la misma forma que su espectacular obra impacta y emociona a los peatones que se cruzan con ella.
Os dejo unas fotos de la obra sacadas de la web del autor y del usuario de Flickr Javier1949
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