LA FACULTAD DE TEOLOGÍA PONTIFICIA Y CIVIL DE LIMA (1548-2014)
- Memoria de su génesis y trayectoria
(La primera parte -cinco primeros capítulos- está tomada de http://ec.aciprensa.com/wiki/Facultad_de_Teolog%C3%ADa_Pontificia_y_Civil_de_Lima#.UcscJTvrytk)
Contenido6º Vinculación Seminario-Facultad de Teología- Universidad
8º Siglos XX y XXI
El 1 de julio de 1548 es la fecha histórica. Ella tiene un significado especial para la Orden de Predicadores, para la Facultad de Teología y también para todas las universidades del Perú. Constituye, a la vez, el inicio y el registro histórico de los estudios universitarios, casi tres años antes de la creación de la Universidad Real de Lima, posteriormente conocida como Universidad de San Marcos. Una afirmación de estos alcances merece algún sustento. A su singularidad histórica, España ofrece un particular interés por establecer universidades en el Nuevo Mundo. Portugal e Inglaterra tuvieron una actitud distinta, abasteciendo con sus propias universidades a los requerimientos educativos de sus nuevas tierras. Había algo en el aire de España para favorecer la aparición y el desarrollo de la institución académica, desde los primeros momentos en el territorio americano. No en vano, Francisco Pizarro, según refiere fray Antonio de la Calancha, "escogiendo para ciudad principal y cabeza de este Reino el pueblo de Jauja, en la sierra, cuarenta y cuatro leguas, este oeste de lo que hoy es ciudad de Lima, señaló allí, en conformidad de los poderes que trujo del Emperador Carlos Quinto, sitio y casa para la Universidad el año 1533". Este es el mismo Pizarro que, en su primer viaje al Perú, viene acompañado por los siguientes religiosos de la Orden de Predicadores: Fray Reginaldo de Pedraza, fray Tomás de San Martín (de especial importancia para la Universidad de San Marcos), fray Vicente Valverde, fray Martín de Esquivel, primer prior del convento del Rosario de Lima), fray Pedro Ulloa, fray Alonso de Montenegro y fray Domingo de Santo Tomás, posteriormente gran conocedor del quechua. La Orden de Predicadores, desde su origen, ha sido una orden de vocación universitaria. El contingente de frailes se mantuvo fiel a esta tradición y la fermentó para los años siguientes. Los religiosos dominicos, tan pronto se instalaron en el país, se dieron cuenta de las dificultades propias de depender de superiores instalados en la América Central. Por eso y gracias a las gestiones de fray Agustín de Zúñiga y fray Francisco Martínez Toscano, consiguen la creación de una provincia propia, la Provincia de San Juan Bautista, con fecha 4 de enero de 1540, firmada en el Convento de Santa María super Minervam, por fray Agustín Recuperato de Favencia, Maestro General de la Orden. Queda erigido así el Convento de Santa María del Rosario, de Lima, más conocido para nosotros como el Convento de Santo Domingo. El documento del Maestro General de la Orden contiene disposiciones muy amplias y variadas, orientadas al fortalecimiento de la nueva Provincia. Estas medidas son dictadas bajo la autorización especial otorgada mediante Breve firmado el Papa Paulo III, con fecha 23 de diciembre de 1539. Como no podía ser de otro modo para un dominico, sobre todo si es el Maestro General, el documento tiene un lugar especial para la formación de los nuevos religiosos. El siguiente texto de la carta, según la traducción consignada por el P. Meléndez, en su libro Tesoros verdaderos de las Indias, es elocuente por sí solo: "Amonestamos y queremos que el sobredicho Provincial o Provinciales futuros, lo más presto que pudieren en la dicha Ciudad y Convento, o en aquel donde de consejo de Padres les pareciere conveniente, estén obligados a poner estudio, adonde se instituyan Lectores de Artes y Teología con toda diligencia, los cuales gozarán de inmunidades y dispensaciones, según que juzgare conveniente el Provincial o el Capítulo Provincial. Empero no queremos que por ahora se gradúen allí los religiosos, ni sean creados Maestros, hasta que llegue la Provincia al número de conventos y frailes que sea más conveniente a estas promociones de grados y así fuere ordenado por el Capítulo General". El documento referido es la partida de nacimiento para los estudios de filosofía y de teología no sólo en nuestro país, sino también para los de otros, dentro del ámbito de la nueva Provincia. También lo es para la formalización, dentro de la Orden, y la institucionalización de tales estudios. Se trata de organizar la formación filosófica y teológica dominicana dentro de un "studium". Por cierto, un "studium" privado, propio de la Orden de Predicadores, pues ha sido pensado y dispuesto exclusivamente para sus miembros.
Los religiosos miembros de la nueva provincia tomaron muy en serio el mandato de su Maestro General. En la media en que se multiplicaban para la labor de evangelización y el florecimiento de escuelas, como constatará el mismo Rey de España a través de fray Tomás de San Martín, también la idea del "studium" se afianzó y tomó cuerpo gracias a su esfuerzo y espíritu. Llegaría el momento adecuado para dar el paso decidido para hacer realidad el establecimiento oficial del "studium", dentro de la misma Orden y dentro de la sociedad que surgía. En efecto, el 1º de julio de 1548, se reunió en el Cusco el Capítulo, integrado por religiosos de los conventos del CUSCO, Arequipa y Lima, y tomó importantes decisiones a favor de la misma Orden. Como refiere el mismo P. Meléndez, ya referido, luego de elegido el provincial para un nuevo mandato, "se pasaron a hacer las actas y las ordenaciones". ¿Y qué ordenó o dispuso el Capítulo? Entre otras disposiciones, las de mayor detenimiento y alcances son las siguientes, recogidas por el P. Meléndez: 1º. La creación de un Estudio General en el Convento de Lima. Meléndez dice así: "En el título de las instituciones, instituyen lo primero, en el Convento de Lima, un Estudio General en la forma en que hoy se ve, aunque no con tanto número de cátedras como ahora, hoy tiene dos regentes primero y segundo: cuatro cátedras de Teología, tres de Escolástica, y una Escritura, otra de la lengua general del Perú, que llaman Quechua, un maestro de Estudiantes, y tres lectores de Artes". 2º. "Instituyeron en Lector de Teología para el Convento de Lima al mismo Padre Prior, y Predicador General Fr. Domingo de Santo Thomas; que parece, según lo merecía, que no tenían manos los Padres Definidores, más que para llenarlo de honores y preeminencias". 3º. Dar permiso al nuevo Lector de Teología para ausentarse, dejando en suspenso sus actividades hasta su regreso, teniendo en cuenta "ser pocos los estudiantes que auian de cursar y que auian de oyr antes el curso entero de Artes...". Quedó así registrada la existencia de estudiantes, aunque su número es reducido. A tenor de estos fragmentos, el Capítulo creó el 1 de julio de 1548 el Estudio General y queda anotada la existencia de un pequeño grupo de estudiantes y, desde luego, de profesores. Estos son los primeros universitarios del Perú: universitarios profesores y universitarios alumnos, ambos de pregrado. El primer Rector del Estudio fue fray Domingo de Santo Tomás. Por otros y posteriores documentos, el primer Regente de Prima de Teología fue fray Rafael Segura, nombre del primer catedrático históricamente registrado. Con el paso de los años, y luego de la erección de la Universidad de San Marcos, en 1551, los primeros graduados también serán de la Facultad de Teología; sus nombres merecen consideraciones mayores y para otra oportunidad. El 1º de julio de 1548 es la fecha de la fundación oficial de los estudios universitarios en el Perú. Los primeros estudios corresponden a Artes (Filosofía) y Teología. Por eso, esta fecha es el origen registrado de los estudios que, desde entonces y hasta hoy, identifican a la Facultad de Teología, con una continuidad ininterrumpida, a los largo de 464 años, comenzados antes de la existencia de la Universidad de San Marcos, luego desarrollados dentro de esta Universidad como la primera y más importante de sus Facultades, y, en la actualidad, fuera de ella y como parte de la Universidad que es hoy, por mandato y reconocimiento expreso de la Ley Nº y del Decreto Ley Nº , de 1970. Este Decreto Ley, pues, tiene una motivación histórica irrebatible: la Facultad de Teología inició los estudios universitarios de pre y posgrado en el Perú. El informe del Congreso, avalado por la historia, tiene razón al decir que nuestra Facultad es la decana del Perú y de América o de parte de ella. Consecuentemente, mantener el nombre histórico (Facultad de Teología) es, realmente, un privilegio, privilegio no asignado a alguna otra universidad peruana. Razón también ha tenido el INDECOPI, que se vio obligado a declarar cerrado el proceso administrativo que abrió contra la Facultad, aduciendo posible falta de veracidad publicitaria por su aseveración de tener más de 450 años de existencia (en el año 2003) y ser la iniciadora de los estudios universitarios en el Perú, tanto a nivel de pregrado como de posgrado.
En el documento que instituye la Provincia de San Juan Bautista, el Maestro General de la Orden de Predicadores y la decisión que tomara el Capítulo de la Orden de Predicadores celebrada en 1º de julio de 1548, en el cuso, ha dejado escrita una palabra clave, que, para nosotros es decisiva, aunque poco usual, en las actuales circunstancias. En tanto no entendamos su significado real en el contexto de su tiempo y de su origen, perdemos la perspectiva que tiene y la especial relevancia para nuestra Facultad. Me refiero a la palabra "estudio", o, en el texto original latino, "studium". En palabras de Charles Homer Haskins, "la universidad, como las catedrales y los parlamentos, son un producto de la edad media europea. Los griegos y los romanos, aunque parezca extraño, no tuvieron universidades en el sentido en el cual la palabra ha sido en los últimos siete siglos. Ellos tuvieron educación superior, pero los términos no son sinónimos. Mucha de su instrucción en leyes, retórica y filosofía sería difícil de superar, pero no estuvo organizada en instituciones permanentes de enseñanza. Un gran maestro como Sócrates no otorgaba diplomas; si un estudiante moderno se sentara a sus pies por tres meses seguramente le demandaría un certificado", o, añado yo, un diplomado o un grado acelerado. Por eso y con razón, Rolando Tamayo y Salmorán no duda en afirmar que la universidad es una auténtica "epopeya medieval", pues "ninguna otra civilización produjo el equivalente de estas asociaciones corporativas de maestros y alumnos dotadas de estatutos propios, sello, ¿Y cómo surgieron las universidades? Sin descender a detalles, podemos asegurar, siguiendo en parte a Denifle, que las universidades, en gran parte, comenzaron de manera espontánea e informal, y sólo después buscaron el reconocimiento real, pontificia o, según los casos, de ambos. PERU. INFORMAL "Las circunstancias sociales prevalecientes a mediados del siglo XII y principios del siglo XIII, dieron lugar a la creación de las primeras universidades, algunas de las cuales simplemente brotaron, sin que se pueda determinar con precisión quién las fundó ni cuándo exactamente se constituyeron" (C. Tunnermann). "En París nunca fue fundada la universidad de modo oficial, simplemente surgió y fue desarrollándose, de manera casi imperceptible a partir de su escuela catedralicia. Estas evoluciones, sin embargo, fue más rápida que la de otras escuelas similares, debido tal vez a la favorable ubicación de la ciudad y al hecho de ser ésta la capital del reino. En cambio en Chartres, sólo a noventa kilómetros de París, la escuela, que tanta celebridad había alcanzando en el siglo XI, nunca llegó a convertirse en universidad, degenerando por el contrario en una escuela de gramática" (James H. de la educación occidental, t. 2, p.161-162). "El término universitas se refería únicamente al gremio o corporación, que en el caso de París lo era de maestros: universitas magistrorum Parisiensis. En algún momento del siglo XII la institución propiamente dicha adquirió el título de studium generale, literalmente lugar de estudio adonde acudían estudiantes de todas partes. Solo más tarde, en el siglo XV, la palabra universitas llegaría a ser sinónimo de studium generale, cayendo este último término en desuso". Por eso, en la Real Cédula referente a nuestra Universidad de San Marcos, el término utilizado estudio general, primero, y luego, estudio y universidad. Recordemos que España tiene, en Europa, una historia particular, pues en el siglo XVI tiene su siglo de oro que los otros países lo tuvieron en el siglo XIII. Recién vivía aún aparte de su Edad Media. Este es el contexto histórico que justifica el aprecio y el uso del término studium con singular contenido y riqueza. España, en el siglo XVI, recoge la definición de studium dada en el código de las siete partidas de Alfonso El sabio. El texto Alfonsino dice así : "Estudio es ayuntamiento de maestros et de escolares es fecho en algún lugar con voluntad et con entendimiento de aprender los saberes: et son de dos maneras del : la una es a que dicen Estudio General en que ha maestros de las artes así como de la gramática et lógica, et retórica, et aritmética , et geometría et de música et de astronomía, el otro en que ha maestros de decretos et señores de letes: et este estudio debe ser establecido por mandato del papa, o de emperador o de rey. La segunda manera es a que dice estudio particular que quier tanto decir como quando alguien maestro a muestra en alguna villa apartadamente a pocos escolares et tal como este puede mandar facer perlado o consejo de algunt logar". Consecuentemente, de acuerdo al uso del término en España y según recoge la carta del Maestro General de la Orden, el 1º de ju8lio de 1548, el Capítulo reunido en el Cuzco instituyó un estudio o universidad privada, que será el antecedente y la base para pasar luego al Estudio General o universidad al cual se refiere la Cédula de Carlos V, al disponer el funcionamiento de lo que hasta hoy conocemos como Universidad Mayor de San Marcos.
Los frailes de la Orden de Predicadores, reunidos en el Cusco el 1º de julio de 1548, decidieron crear una universidad, según los usos y costumbres de la edad media. La Edad Media histórica no es la que imaginaron algunos protestantes, los enciclopedistas, más de un positivista y un modernista. Es la Edad Media que creó la universidad, cuyo sustituto aún no pudo ser imaginada por la Edad Moderna o la Edad Contemporánea. Es la universidad que estudia, que explora, que ensaya posibilidades de pensamiento creativo, que problematiza o hace de la cuestión (quaestio) y del debate (disputatio) las formas más importantes de la investigación, entendida como proceso de creación de conocimientos, a partir de la herencia recibida, que debemos mantener enriqueciéndola y renovándola. No entendían la filosofía ni la teología como simples ejercicios de memoria o la repetición mecánica de textos. Las entendieron como exploración constante de la realidad humana en un mundo cambiante y temporal, que anhela eternidad y la trascendencia. Sabían perfectamente que la letra mata y sólo el espíritu vivifica. Percibieron su Estudio privado como un espacio dominicano de irradiación de fe en el hombre y en Dios, una fe henchida de amor. Recordaron lo que se le atribuye anecdóticamente a Domingo de Guzmán y que recuerda Jacques Le Goff, el más grande medievalista de nuestros tiempos: El mejor libro es el libro de la caridad, que expande a la fe y tonifica a la esperanza. La fecha que rescatamos hoy como institucional nos invita a continuar las huellas de esos intrépidos, que cruzaron mares e ilusiones para venir a estas tierras a compartir su amor al Dios de la vida, inspirados en la oración y el estudio. Los universitarios del Perú deben una expresión de gratitud a ese colegiado dominico que abrió paso a las universidades del país. Los universitarios de la Facultad somos los herederos más privilegiados por estar incluidos en la institución que inició los estudios universitarios en esta parte de América. Por eso mismo tenemos la mayor obligación de cuidar esta herencia, fortaleciéndola con imaginación e inteligencia, desde el diálogo permanente de fe y razón. Para terminar, permítaseme entresacar algunas ideas de compromisos señaladas por aquel religioso de la Orden de Predicadores más conocido y mejor maestro universitario en la Universidad de París, la figura intelectual más representativa justamente de la Edad Media. Decía este maestro, refiriéndose a los maestros universitarios: "A causa de la elevación de la doctrina que comunican se requiere que los que la enseñan sean dignos", que "deben estar en alto por la eminencia de sus vidas". A los estudiantes universitarios:"deben ser humildes, pero firmes por su sentido de rectitud y fecundos como es la tierra para que las palabras de sabiduría que oyen den fruto en ellos. Les es muy necesaria la humildad para la disciplina que viene `por brindar oído a las palabras: "Si te gusta escuchar aprenderás y si inclinas tu oído serás sabio" (Eclesiástico, 6, 33). Son palabras de Tomás de Aquino, dichas ante el pleno del claustro de la Universidad de París, reunido para escuchar su lección magistral, titulada Rigans montes, con la cual daba comienzo a sus actividades de maestro universitario.
Luis Gildomero Arista
6. Vinculación Seminario-Facultad de Teología-UniversidadAunque en la actualidad Seminario y Facultad de Teología son dos instituciones claramente diferenciadas, en sus cuatro siglos de historia ha vivido etapas en que sus vidas se fundían (¿también se confundían?) e identificaban, no sólo por compartir local -calle san Francisco- sino autoridades, profesores y alumnos. Los Padres Dominicos la fundaron, las Órdenes Religiosas dieron sus catedráticos más importantes, y profesionales católicos proyectaron sus mejores energías desde los postulados de una sana armonía fe-razón y compromiso con el Perú. El segundo prelado de la arquidiócesis, Toribio Alfonso Mogrovejo (1536-1606), Cátedras de Sagrada Escritura. En la Universidad de San Marcos, la Facultad de Teología contaba con cuatro cátedras: Prima, Sagrada Escritura, Santo Tomás, Vísperas. El Virrey Toledo firma una Real Cédula, Los Reyes, 20 de junio de 1580, por la que indica que la "cátedra y lectura de Sagrada Escritura sin la cual no se puede saber ni entender la teología y letras divinas ni conseguirse el efecto de la enseñanza y predicación evangélica que han de hacer los estudiantes que la profesasen para españoles e indios". Uno de los catedráticos fue el P. José de Acosta, quien publica en 1590 crisol de lazos solidarios[1] , tuvo un cuidado solícito con la naciente Universidad como demuestra su aporte a través de rectores y profesores, métodos y proyectos. Tal sucedió con Hernando de Guzmán, tres veces rector de San Marcos y primer Rector del Seminario de Santo Toribio, Debemos retrotraer nuestra mirada cuando la emprendedora orden dominicana -con su provincial Tomás de San Marín a la cabeza- decidiese en su capítulo provincial de Cuzco (julio de 1548) abrir un Estudio General en el Convento de Lima para la preparación intelectual de sus jóvenes religiosos futuros apóstoles entre los naturales de Indias. El Emperador español Carlos V concedió permiso el 12 de mayo de 1551 para que el Estudio General del Convento del Rosario fuese reconocido como la Universidad de la Ciudad de los Reyes, sujeta a los Dominicos, y con los privilegios de la Universidad de Salamanca. Por el Breve "Exponi nobis" de 25 de julio de 1571, recibía la aprobación pontificia. Quedaba establecida así la mayor expresión de la síntesis cultura-fe, jerarquía civil-religiosa, con el fin de buscar el progreso integral de la persona y la sociedad a partir del estudio privilegiado de la Teología, de la que todas las demás ciencias eran "ancillae" (esclavas); claro que "cada una gozaba de autonomía y dignidad propia, pero en dependencia jerarquizada y orgánica para una función de servicios: servir a Dios y a los hombres". Aquí está la explicación del por qué en la Universidad de San Marcos el primer puesto del claustro se reservó a la Facultad de Teología. Las otras facultades eran las de Derecho Civil (Leyes), Derecho Canónico (Cánones), Artes y Medicina. Las cátedras más importantes en Teología eran la de Prima o Teología escolástica, la de Sagrada Escritura, Vísperas y Nona. De vera Scripturas interpretandi ratione y quien salpica todas sus obras de textos bíblicos.
En las primeras constituciones sanmarquinas, las recibidas por el Virrey Toledo en 11 de octubre de 1571 se prescribe la importancia de la teología y la forma de la graduación: "El licenciado en Teología que se graduare tendrá este orden: lo primero que sea bachiller formado en Teología y entre el bachilleramiento y licenciamiento pase por lo menos tres años, en los cuales conste haberse ejercitado en leer o predicar, después de lo cual tendrá dos actos, cada uno de seis conclusiones de positivo y escolástico y entre ellas ponga una conclusión de filosofía moral y a ellas la arguyan los doctores de la facultad y presidirle ha el deán de la facultad y a falta de el catedrático de Teología y después de haber hecho los dichos actos abrirán por tres partes el Maestro de las Sentencias y escogerá una de ellas el graduando, después de lo cual hará todo lo que se dispondrá en la constitución que habla con los licenciados en derecho y medicina"[3] .
Los grados eran de bachiller, licenciado, maestro y doctor. El gobierno de la Universidad corría a cargo del claustro, encabezado por el rector, que era elegido por catedráticos y estudiantes, y que estaba asistido por cuatro consejeros o consiliarios (elegidos del mismo modo), más un procurador general, el secretario y el tesorero.
Su estancia se limitaba a dos años, tiempo suficiente para graduarse en la Universidad como bachilleres en Teología o Cánones. Cada semana debían participar en un acto común en que se debatía un tema propuesto con antelación. Dos veces al año se organizaban "conclusiones", pública defensa y discusión de una o varias tesis de acuerdo con la forma académica universitaria.
7. Siglos XVIII y XIXDurante el siglo XVIII la Universidad decayó tanto que llegó decir en 1733 el arzobispo de Lima Francisco Antonio Escandón que era "la cosa más inútil" del Perú, acabando por dejar de asistir los seminaristas. Por esta razón, el arzobispo Diego del Corro introdujo un plan de estudios en el Seminario de acuerdo con su pastoral de 4 de noviembre de 1759 y encargando de su aplicación al rector Agustín de Gorrichátegui. Sin descuidar las humanidades, sobre todo el latín, se exigía se diese más importancia a la Sagrada Escritura, al Derecho Canónico, la Teología Moral.
Como señala en su historia R. Vargas Ugarte, por los registros académicos de San Marcos, de 1816 a 1843, se sabe que todavía en esos años se concedían los grados de Doctor en las Facultades de Artes y Teología, pero algunos de los graduados no procedían del Seminario sino del Convictorio Carolino, como en 1832, D. Manuel Bandini (Doctor en la Facultad de Artes), o en 1843, D. Bartolomé Herrera, puesto que los aspirantes a las órdenes sagradas hasta 1861, en que se lleva a cabo la Reforma Universitaria, debían seguir los cursos respectivos en el Convictorio o en el Seminario. A partir de este año el Seminario viene a ser la sede de la Facultad de Teología y se reconoce el derecho del Rector de señalar a los examinadores y redactar los programas.
Pero junto a estos cursos superiores se crean en el Seminario los estudios de secundaria, como puede verse en los programas, impresos desde el año 1867. Los exámenes son públicos y componen cada uno de los jurados tres examinadores, figurando entre los asistentes personajes de nuestro mundo político e intelectual. La Reforma no trajo consigo ventaja alguna de orden económico. Así el Colegio de Medicina de San Fernando como el de Santo Toribio continuaron viviendo de sus propias rentas y, por lo mismo, no estaban en la obligación de solicitar del Rector de San Marcos la aprobación de las cuentas. Cuando se intentó aplicar íntegramente el Reglamento Universitario, una de las razones que movieron al Arzobispo Goyeneche a oponerse a su aplicación fue precisamente ésta, o sea la subordinación del Seminario a la Universidad en esta parte. En 1877, siendo Decano de la Facultad de Teología, D. Amador Sotomayor y Rector al mismo tiempo del Seminario no reconocía otra autoridad que la del Ordinario.
El Reglamento de Instrucción reconocía este hecho en su artículo. 226, inciso 2º y, por consiguiente no le era posible someter a la aprobación del Rector de San Marcos las cuentas del Seminario a su cargo. El 13 de Julio de dicho año le enviaba el Rector la respuesta y en ella le daba toda la razón. Desde el año 1853, la Facultad de Teología del Seminario era reconocida por el Estado y desde el año 1855 se la considera unida a San Marcos, aun cuando la enseñanza se imparta en el local del Seminario. Esta parcial desvinculación de la Facultad obedecía al hecho de haber cesado desde mucho tiempo atrás de enseñarse las ciencias sagradas en San Marcos. No existiendo en ella estas cátedras no podía subsistir la Facultad. Por la misma razón, la Universidad no podía por sí sola otorgar los grados correspondientes y, sin duda, para obviar este inconveniente se recurrió al arbitrio de considerar la Facultad vinculada a San Marcos aún cuando en Santo Toribio se dictasen los cursos.
Pero el Seminario había abierto desde el año 1850 sus puertas a la juventud estudiosa de la capital y, como se dice en los Programas, impresos en el año 1853, aquel año era el tercero desde la fundación del Colegio de Secundaria. En los años siguientes se continuaron imprimiendo los Programas de las materias cursadas.
Manuel Atanasio Fuentes nos informa puntualmente cómo se encontraba en 1860: Ese colegio está destinado a la instrucción de los jóvenes que se dedican a la carrera eclesiástica.
El Seminario mantiene su prestigio a la par con el Convictorio San Carlos. Se presta cada vez mayor atención a las ciencias y al Derecho, dejando al margen la teología escolástica y la dogmática. Se acentúa también el número de externos que no aspira al sacerdocio. El crecimiento de San Carlos y santo Toribio ganaba terreno a costa de la Universidad de San Marcos. Con el fin de darle vida, el General Echenique, un 25 de julio de 1853, a través de su Ministro de Instrucción Pública, establece con los catedráticos de los Colegios las Juntas Examinadoras para los grados, reservando las de Teología a los del Seminario. El Reglamento General de Instrucción Pública de 1855 colocó bajo un Director General de Estudios, dependiente del Ministro de Instrucción, todos los establecimientos educativos. Las universidades dispondrían de 5 facultades en otros tantos colegios; la de Teología en el Seminario. Con Ramón Castilla, se dio un Reglamento en 1861, todo el régimen universitario quedaba en manos de la Junta presidida por el Rector y compuesta por el Vicerrector, Secretario y los rectores de los colegios.
En 1866 y 1868 se dictan leyes que atenúan la fiscalización del Estado sobre la enseñanza universitaria; en concreto, el 16 de marzo de 1866, se aprueba un Reglamento en el que se reconoce jurídicamente la conformación de las Facultades en los colegios. De igual modo, mejoran las relaciones Iglesia-Estado. Todo ello, propicia la vuelta de la Facultad de Teología a la Universidad. El 18 de marzo de 1876, el Presidente Manuel Pardo aprueba el nuevo Reglamento General de Instrucción Pública que reconoce que "la enseñanza universitaria es de la exclusiva competencia de las autoridades universitarias". Este mismo año vuelve la Facultad a la Universidad de la mano del Decano Dr. Amador Sotomayor, quien leyó la Memoria del curso en la clausura del año escolar. Para ratificar estas buenas relaciones, quien fuese rector del Seminario, arzobispo de Lima y eminente catedrático en la Facultad, el Dr. Manuel Tovar, pronunciará el discurso de orden en la apertura del año académico, 4 de abril del 1877.
Tres años después, el 10 de julio de 1880, encontrándose como presidente del Gobierno un excolegial y ex catedrático toribiano, Nicolás de Piérola, en plena guerra, nombrará personalmente todos los cargos universitarios con la única excepción de que para la Facultad de Teología se reconociera como decano nato al Rector del Seminario:
"Atendiendo a que la Facultad de Teología de la Universidad Mayor de San Marcos reside en el Seminario Conciliar de Santo Toribio, se declara Decano nato de ella, al Rector de dicho establecimiento y profesores de dicha Facultad a los nombrados para dicho Colegio por el Muy Reverendo Metropolitano, sin otro requisito que el ser Doctores de dicha Facultad" Rúbrica de S.E. E. Panizo"[12] .Con el Dr. García Naranjo como decano, los últimos 6 años del S. XIX, la facultad prevaleció sobre el Seminario debido a la crisis vocacional. Es interesante el papel de esta facultad en el difícil papel de armonizar fe y ciencia, revelación y razón, tal como señala su decano en la memoria de 1884:
8. Siglo XX y XXILa situación se fue al otro extremo, cuando su sucesor, Alejandro Aramburú, favorecerá las secciones de primaria y secundaria. En 1911 se crea el Seminario Central para todo el Perú, con lo que la Facultad resulta notablemente favorecida.
De 1911 a 1939 destaca la figura del Decano Belisario A. Philipps, quien armoniza sabiamente los intereses de la Facultad y del Seminario, en el mismo local de la calle del Milagro (convento de San Francisco) y casi el mismo régimen, salvo en el quinto curso y algunas asignaturas que seguían quienes optaban a los grados académicos. Por su parte, la Facultad era miembro efectivo de la Universidad de San Marcos. El Estatuto Universitario de 1928 la equipara en el régimen económico con las otras Facultades, autorizándola a conferir grados en Derecho Canónico. La constitución apostólica "Deus scientiarum Dominus" (24 de mayo de 1931) de Pío XI y el Proyecto de Constitución de la Universidad de San Marcos en 1932 propician el que la Facultad de Teología se independice de la Universidad en el marco del Estatuto Universitario de 28 de junio de 1935. De acuerdo con sus disposiciones, la Facultad de Teología de Lima es una institución superior con personalidad jurídica como entidad oficial de estudios eclesiásticos superiores, regida por su propio Reglamento; puede otorgar grados de Teología y Derecho Canónico; sus diplomas se registran en el Ministerio de Instrucción y la docencia de sus catedráticos regirá por las leyes generales. Los diplomas de Licenciado y Doctor los da el Gran Canciller en nombre del Papa y el Estado peruano, el de Bachillero el Decano o Presidente, registrándose todos los títulos en el Ministerio de Educación Pública.
El arzobispo de Lima, Gran Canciller, Monseñor Pedro Pascual Farfán, lo comunicó a Roma que aprobó la reforma estatuaria por decreto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de 29 de junio de 1937, en la que se confirman los grados académicos, siendo reelegido como Decano Monseñor B. Philipps quien inaugura la nueva etapa jurídica de la Facultad. También en ese momento la Facultad seguía funcionando en el local del Seminario, Jirón Ancash 505. Su status jurídico se ha mantenido, reafirmándoselo el 26 de noviembre de 1969, según Decreto-Ley n.18009, la Ley General de Educación (Decreto Ley 19326, artículo 375) de 1972 como entidad de estudios eclesiásticos superiores dedicada a la docencia, investigación y extensión cultural con las franquicias y exenciones de las universidades peruanas. La ley n. 26327 de la Presidencia de la República, artículo 38, establece: "La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima se gobierna por su propio Estatuto. Tiene la autonomía, derechos y deberes de las universidades y pertenece al Sistema Universitario Peruano".
José Antonio Benito