Ni Madina, ni Sánchez, ni Sotillos, ni Pérez Tapias, ni ningún otro aspirante o candidato posible es capaz de afrontar el verdadero reto de un partido político que ha perdido la confianza de los ciudadanos y que está tan infectado que mas que una renovación necesita una refundación, una verdadera operación de cirugía a corazón abierto que le cambie hasta el ADN.
No existen grandes diferencias entre Madina y Sánchez, los dos aspirantes con mas posibilidades. Madina es un Zapatero mas antipático y Sánchez es un Rubalcaba con menos contaminación del pasado, pero uno y otro no son nada nuevo, ni nada revolucionario, ni representan cambio drástico alguno en un partido que está realmente acabado.
Los dos hablan de un PSOE "renovado" y lider de la izquierda en España; los dos han reivindicado la vocación "mayoritaria" de su proyecto y ambos han prometido "apertura" y "transparencia". Para cualquiera de ellos el desafío es económico, aunque lo que Madina llama "revolución en competitividad" Sánchez lo denomine "transición económica". Si Pedro Sánchez garantiza "cambio", Eduardo Madina personifica un "tiempo nuevo" y los dos hablan de un congreso "histórico".
Hablan de "modernización", cuando la palabra que deberían utilizar el "refundación" o por lo menos "regeneración". Renovarse es cambiar de rostros en la dirección, pero refundarse o, por lo menos, regenerarse, significa cambiar de manera rotunda y acabar con toda la basura que satura los pasillos, despachos y corazones del partido.
Hay demasiados valores y normas básicas de la vieja política que los grandes partidos políticos españoles violan y desprecian. La inmoralidad y la corrupción han hecho estragos, tanto en la izquierda como en la derecha. El peor déficit que padecen es el de la ética, pero le siguen muy de cerca el abandono del concepto de servicio, la adicción al dinero y a los privilegios y las traiciones a valores básicos como la justicia, la honradez y el respeto a la democracia.
Los grandes partidos españoles han acumulado tanto poder que hasta han domesticado a la Justicia y a los medios de comunicación, dos sectores que en democracia están llamados a controlar a los poderosos. Pero quizás el mas brutal atentado cometido por los partidos políticos es el desprecio a la democracia, un sistema que ellos han pervertido hasta transformarlo en una dictadura disimulada, sin ciudadanos y despreciable.
En España acaba de encenderse una luz de esperanza al admitirse a tramite la querella de Manos Limpias que permite revisar las listas de candidatos a las recientes elecciones europeas por antidemocráticas. La demanda acusa a los partidos de violar la Constitución porque su estructura interna y su funcionamiento han de ser democráticos y no lo han sido nunca. Los candidatos han sido elegidos a dedo, como es habitual, vulnerando así el articulo 6 de la Constitución, que obliga a los partidos a funcionar internamente de manera democrática, una orden que, al igual que otros preceptos y normas democráticas, los partidos han violado de manera reiterada y sucia.
Aunque los partidos políticos españoles han acumulado culpas y delitos suficientes para haber sido precintados e ilegalizados, si en España existiera una Justicia decente y justa, tal vez tengan que cerrar si la Justicia cuestiona todas las candidaturas y cargos que han sido designados a dedo, sin proceso democrático alguno, practicamente todos los vigentes hoy y en el pasado, incluyendo presidentes de gobiernos y miles de cargos del Estado, todos ellos producto del capricho de un líder con poder para elegir, sin respeto a garantía democrática alguna.