Revista Sociedad

La falta de compromiso es, realmente, un problema ? Un elogio a los adolescentes que cambian de trabajo.

Publicado el 02 agosto 2010 por Juan Carlos Valda @grandespymes

La falta de compromiso es, realmente, un problema ? Un elogio a los adolescentes que cambian de trabajo.

Revisando las palabras y patrones búsqueda por los cuales se ingresa al blog, observé que “actitud y falta de compromiso” son los conceptos que generan el mayor tráfico.

En mis conversaciones con clientes también noto que, sobre todo en las Pymes, los directivos se muestran precupados por cómo motivar a los más jóvenes para que se sientan partícipes del proyecto y conseguir que tengan continuidad en las funciones que asumen.

Mucho se habla sobre  el estilo laboral de las nuevas generaciones – para convenir un rango podemos hablar de jóvenes de entre 20 y 27 años -. Quienes se han dedicado a investigar el tema aportan sus conclusiones resepcto de las expectativas de estos muchachos: a) se preocupan por tener horarios flexibles y  tener tiempo para desarrollar proyectos personales que no necesariamente son laborales, b) valoran a los superiores que los mantienen al tanto de cómo realizan su trabajo, c) les interesan el cuidado del entorno y d) buscan entornos laborales en los que el clima permita la interacción entre los integrantes. Hasta aquí no parece haber demasiadas diferencias con cualquier otra persona que trabaje…seguramente las aspiraciones de quienes lean este post sean bastante similares.

Sin embargo existen aspectos – de los cuales se quejan sus superiores -: e) no adhieren rápidamente al proyecto de la empresa y f) se sienten abiertos a cambiar de rumbo/trabajo apenas aparece una oportunidad. Probablemente sean estos dos últimos factores los más preocupantes ya que son los que generan incertidumbre y fastidio entre los empleadores.

En un artículo anterior mencionaba a “la falta de compromiso” como una especie de mecanismo defensivo, al que apelan los jóvenes, frente a la inestabilidad laboral: no olvidemos que los nacidos luego de 1985 han crecido, ya, en un entorno cultural que dejado de pensar en el empleo para toda la vida y que han escuchado cientos de historias laborales que parecían seguras y estables por decenas de años y que se vieron modificadas, casi sin aviso previo, en los últimos 20 años. Mi propuesta, en ese sentido, es la de generar un vínculo estable a través de una comunicación clara, el promover oportunidades para capacitarse y el respeto por los diferentes estilos. Dicho en otras palabras, hay que volver a generar confianza.

Sin embargo existe un aspecto emocional y evolutivo que, a mi entender, hecha algo más de luz sobre la actitud de estos muchachos, aparentemente, tan poco perseverantes. Este factor es el que se relaciona con la madurez psicológica que permite el pasaje de la adolescencia a la adultez y la conformación de la identidad .

Los jóvenes tardan cierto tiempo en construir un proyecto de pareja estable y tienen un período de experimentación en el cual conocen a diferentes personas y – lo más importante – a ellos mismos. Muchas veces cambian de carrera o tardan en definir hacia dónde va su formación (y mientras tanto hacen cursos poco necesarios). También pasan por una etapa en la que, con sus primeros ingresos, se dan gustos que son – más bien – infantiles (se compran ropa, hacen regalos, van a todos los recitales…). O se van de viaje, sin rumbo fijo, para saber lo que quieren.

Y en el trabajo ? Se rigen por un mecanismo parecido: aprenden a recibir instrucciones y que existen diferentes tipos de ambientes y superiores, cambian de funciones para probar sus propias competencias, internalizan los mecanismos mediante los cuales perciben una remuneración y cómo está compuesta, se insertan en la institución del trabajo y sus anexos (presentismo, retenciones, ausentismo, promociones, evaluaciones de desempeño, etc) y aprenden que existen diferentes organizaciones, cada una con su estilo, valores y propósito. Tratan de ajustar su necesidad de percibir ingresos con sus propios objetivos, buscan, cambian…

De alguna manera, la inestabilidad y la falta de compromiso son la manera de ver la situación de los jóvenes como el “medio vaso vacío”. La otra mirada tiene que ver con la inquietud, el idealismo, la búsqueda de un proyecto que los haga sentir cómodos. Es un placer estar frente al maravilloso empuje de quien quiere vivir una vida como la desea: tener tiempo libre, hacer lo que le a uno gusta, compartir y hacer amigos y trabajar/vivir/disfrutar de acuerdo a lo que considera que está bien.

Los jóvenes, se animan, a cuestionar lo aprendido y, seguramente, tengan razón y se valoricen más que las generaciones anteriores. Ya aprenderán – y de hecho lo hacen muy bien – a ser perseverantes, a ser diplomáticos, a defender lo propio, a llegar acuerdos, a armar propuestas, a conducir equipos y a resignar deseos. Pero espero que esto último sea, realmente, lo último.


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