Muchos creen que la tendencia a rechazar a España, presente en buena parte de la izquierda española, se debe a su oposición y odio al franquismo, que pretendió hacer de la unidad nacional una seña exclusiva y un mandamiento sagrado, y a la derrota sufrida en la guerra civil frente a los que lucharon enarbolando la idea de patria, pero la oposición de la izquierda a la unidad de España viene de más lejos, nada menos que del cantonalismo del siglo XIX, un sentimiento que se agudizó con el carlismo y con la extraña simbiosis de la izquierda española con el nacionalismo vasco y catalán.
Ahora no lo reconocen porque saben que les resta votos, pero la izquierda española ha abominado de los símbolos de España, sobre todo de la bandera y el himno, durate décadas, desde la muerte de Franco, y ahora lo está pagando.
Ese rasgo antiespañol de las izquierdas divide claramente España en dos bandos, el de los que aman a España y la elevan como símbolo y clave de la unidad, y el de los que rechazan ese concepto de patria y se identifican con la universalidad y la rebeldía contra el orden instituido que tanto peso tuvo en la revolución de Marx y Lenin.
La izquierda española es intensamente fiel al principio histórico de toda izquierda, que es el de la subversión contra el orden imperante, un orden que para muchos izquierdistas sigue siendo el franquismo, aunque de esa doctrina no quede ya ni la sombra. Otros rasgos que separan a la izquierda del concepto de patria son el anarquismo, siempre presente en las izquierdas españolas, y el internacionalismo proletario, aquel viejo sentimiento comunista que obligaba a considerar el mundo como la patria de los obreros y explotados.
Hoy, todo ese mundo de rechazo a la idea de España, a sus banderas y símbolos, se les vuelve en contra porque el patriotismo está en alza y atraviesa la sociedad de parte a parte, hasta el punto de que la alianza de Zapatero y posteriormente de Pedro Sánchez con los supremacistas antiespañoles de Cataluña les resta muchos votos y adhesiones, una tendencia que si fragua en las elecciones de abril puede dar una desagradable sorpresa al PSOE.
Numerosos expertos y analistas creen que el hundimiento del socialismo en Europa y en buena parte del mundo se debe, sobre todo, a la falta de patriotismo de esa fuerza y al rechazo que eso provoca en una ciudadanía que se siente patriota cada día con más intensidad. En España, ese fenómeno es todavía más intenso y amenaza con convertirse en la clave de las elecciones del 28 de abril.
Francisco Rubiales