Pocas cosas hay tan importantes en Japón como el sentido del honor. Desde tiempos inmemoriales que se remontan al feudalismo, los vasallos han estado obligados a servir a su señor con honor y a acompañarle en la muerte, bajo la amenaza de la exclusión social. El medio del que se han servido vasallos y samuráis es del seppuku o suicidio ritual, que sin embargo, tiene una reglamentación mayor de la que se pueda imaginar. Aunque la imagen del guerrero japonés abriéndose el vientre con su espada pervive en el inconsciente colectivo (sobre todo en el occidental), para que cumpliera realmente su función, este suicidio debía ser autorizado por un señor. De lo contrario, habría sido en vano. A esto se le suma la problemática de los deseos del propio señor feudal. La Familia Abe es uno de los mejores ejemplos de los que disponemos, pues cuenta la historia de un vasallo a quien su señor niega el derecho al seppuku, ya que quiere que sirva al joven heredero de la casa. Para cumplir las órdenes de su señor, Abe Yaichimon verá denegada su petición y se enfrentará al rechazo social. El tema del honor, del suicidio ritual y de la lealtad al amo sigue presente en el resto de relatos del libro. La idea del suicidio influyó mucho sobre su autor, Mori Ogai, quien vio como su amigo el general Nogi ponía fin a su vida tras la muerte del emperador Nogi. Impresionado por este acto, Ogai reflexionó sobre este hecho trascendental en su obra, siendo uno de los paradigmas del choque cultural que se establecería entre las tradiciones milenarias de Japón y las nuevas ideas occidentales que estaba asumiendo el país nipón. La cuidada versión de este clásico japonés que nos ofrece Satori Ediciones viene acompañada de una introducción de Carlos Rubio. Contiene además las dos versiones del relato El Testamento de Okitsu Yagoemon, ya que en la segunda el autor cambia algunos factores sustanciales. El volumen se completa con el relato que da título al libro, La Familia Abe, y con Sohashi Jingoro. Los apéndices nos explican de manera clara los 68 antiguos reinos en los que se dividía Japón, cómo era el cómputo del tiempo, las fechas, los nombres japoneses y las divisiones de los ministerios. Se trata además de un clásico universal que no ha perdido vigencia, ya que ha sido adaptado al manga y a series de televisión, y que sirve para comprender algunos comportamientos japoneses que nos resultan tan extraños a nuestros ojos occidentales.
Un conjunto de relatos entre los que destaca la historia de la familia Abe, adaptada innumerables veces al cine y a la televisión.
Pocas cosas hay tan importantes en Japón como el sentido del honor. Desde tiempos inmemoriales que se remontan al feudalismo, los vasallos han estado obligados a servir a su señor con honor y a acompañarle en la muerte, bajo la amenaza de la exclusión social. El medio del que se han servido vasallos y samuráis es del seppuku o suicidio ritual, que sin embargo, tiene una reglamentación mayor de la que se pueda imaginar. Aunque la imagen del guerrero japonés abriéndose el vientre con su espada pervive en el inconsciente colectivo (sobre todo en el occidental), para que cumpliera realmente su función, este suicidio debía ser autorizado por un señor. De lo contrario, habría sido en vano. A esto se le suma la problemática de los deseos del propio señor feudal. La Familia Abe es uno de los mejores ejemplos de los que disponemos, pues cuenta la historia de un vasallo a quien su señor niega el derecho al seppuku, ya que quiere que sirva al joven heredero de la casa. Para cumplir las órdenes de su señor, Abe Yaichimon verá denegada su petición y se enfrentará al rechazo social. El tema del honor, del suicidio ritual y de la lealtad al amo sigue presente en el resto de relatos del libro. La idea del suicidio influyó mucho sobre su autor, Mori Ogai, quien vio como su amigo el general Nogi ponía fin a su vida tras la muerte del emperador Nogi. Impresionado por este acto, Ogai reflexionó sobre este hecho trascendental en su obra, siendo uno de los paradigmas del choque cultural que se establecería entre las tradiciones milenarias de Japón y las nuevas ideas occidentales que estaba asumiendo el país nipón. La cuidada versión de este clásico japonés que nos ofrece Satori Ediciones viene acompañada de una introducción de Carlos Rubio. Contiene además las dos versiones del relato El Testamento de Okitsu Yagoemon, ya que en la segunda el autor cambia algunos factores sustanciales. El volumen se completa con el relato que da título al libro, La Familia Abe, y con Sohashi Jingoro. Los apéndices nos explican de manera clara los 68 antiguos reinos en los que se dividía Japón, cómo era el cómputo del tiempo, las fechas, los nombres japoneses y las divisiones de los ministerios. Se trata además de un clásico universal que no ha perdido vigencia, ya que ha sido adaptado al manga y a series de televisión, y que sirve para comprender algunos comportamientos japoneses que nos resultan tan extraños a nuestros ojos occidentales.
Pocas cosas hay tan importantes en Japón como el sentido del honor. Desde tiempos inmemoriales que se remontan al feudalismo, los vasallos han estado obligados a servir a su señor con honor y a acompañarle en la muerte, bajo la amenaza de la exclusión social. El medio del que se han servido vasallos y samuráis es del seppuku o suicidio ritual, que sin embargo, tiene una reglamentación mayor de la que se pueda imaginar. Aunque la imagen del guerrero japonés abriéndose el vientre con su espada pervive en el inconsciente colectivo (sobre todo en el occidental), para que cumpliera realmente su función, este suicidio debía ser autorizado por un señor. De lo contrario, habría sido en vano. A esto se le suma la problemática de los deseos del propio señor feudal. La Familia Abe es uno de los mejores ejemplos de los que disponemos, pues cuenta la historia de un vasallo a quien su señor niega el derecho al seppuku, ya que quiere que sirva al joven heredero de la casa. Para cumplir las órdenes de su señor, Abe Yaichimon verá denegada su petición y se enfrentará al rechazo social. El tema del honor, del suicidio ritual y de la lealtad al amo sigue presente en el resto de relatos del libro. La idea del suicidio influyó mucho sobre su autor, Mori Ogai, quien vio como su amigo el general Nogi ponía fin a su vida tras la muerte del emperador Nogi. Impresionado por este acto, Ogai reflexionó sobre este hecho trascendental en su obra, siendo uno de los paradigmas del choque cultural que se establecería entre las tradiciones milenarias de Japón y las nuevas ideas occidentales que estaba asumiendo el país nipón. La cuidada versión de este clásico japonés que nos ofrece Satori Ediciones viene acompañada de una introducción de Carlos Rubio. Contiene además las dos versiones del relato El Testamento de Okitsu Yagoemon, ya que en la segunda el autor cambia algunos factores sustanciales. El volumen se completa con el relato que da título al libro, La Familia Abe, y con Sohashi Jingoro. Los apéndices nos explican de manera clara los 68 antiguos reinos en los que se dividía Japón, cómo era el cómputo del tiempo, las fechas, los nombres japoneses y las divisiones de los ministerios. Se trata además de un clásico universal que no ha perdido vigencia, ya que ha sido adaptado al manga y a series de televisión, y que sirve para comprender algunos comportamientos japoneses que nos resultan tan extraños a nuestros ojos occidentales.