El análisis preciso, fundamentado, interdisciplinario que la intelectual francesa publicó en 2002, y que el Fondo de Cultura Económica trajo a la Argentina un año después, desmenuza y prueba la condición histórica, social, cultural de conceptos fundamentales tales como “matrimonio”, “familia”, “paternidad”, “maternidad”, “sexualidad”. A partir de contraposiciones teóricas y de referencias a realidades y casos concretos, la autora repasa los cambios que en el tiempo trastocaron y refundaron la relación entre Dios/padre/Estado (sujetos investidos de autoridad) y aquélla entre hijos/súbditos/ciudadanos (sujetos destinados a acatar leyes).
A diferencia de los argumentos esgrimidos por Bergoglio, Marino, ¡Aguer!, Hotton, Negre de Alonso, el diario La Nación, la Universidad Austral (¿también incluimos a Olmedo?), Roudinesco cita obras fundamentales, estudiosos consagrados, datos estadísticos comprobados, entrevistas y artículos periodísticos que arrojan luz sobre los aspectos de una problemática irreductible a explicaciones de orden biologista, naturalista, determinista, positivista (cuya caducidad salta a la vista), mucho menos religioso.
El cruce de investigaciones propias y ajenas (Freud, Lacan, Foucault, Lévi-Strauss, Derrida son algunos de los apellidos nombrados), la contrastación de enfoques a veces opuestos, a veces complementarios le da consistencia a un trabajo realizado con profesionalismo y honestidad intelectual. Las notas al pie de página, la transcripción textual de impresiones/conclusiones, la comparación de diferentes análisis sobre idénticos fenómenos y obras (por ejemplo Edipo rey, Hamlet, Los hermanos Karamazov) exigen lectura concentrada y gimnasia mental.
Lejos de anunciar verdades absolutas, Roudinesco las identifica, contextualiza, estudia, enfrenta, desarma. Lejos de dictar sentencia, sugiere aproximaciones. Lejos de pronósticos concluyentes, propone preguntas cuyo tratamiento merece la preparación de otro(s) libro(s).
Bergoglio, Marino, Aguer, Hotton, Negre de Alonso, la gente del diario La Nación y la Universidad Austral, ¿Olmedo? deberían leer La familia en desorden. Nadie espera que la trayectoria, rigurosidad y honestidad de su autora los convenzan; sí que les revelen cuán ignorantes (e impúdicos) son.