Cuando Magdalena les presentó a su novio, amigos y familiares no tuvieron que pensar demasiado para llegar a apodarle "Miguelito", en honor a los famosos pastelitos de La Roda.
Así, Miguelito y Magdalena formaron la familia Pérez Gil.
Primero tuvieron una niña, a la que pusieron de nombre Carlota. Y dos años después nació un niño, al que llamaron Kiko, para continuar con la saga de nombres de alimentos.
Como buenos papás, querían que sus hijos crecieran sanos y felices. Llevaban un estilo de vida saludable, que intentaban transmitir a sus hijos. Un poco de ejercicio y una dieta variada y equilibrada.
"Tenéis la suerte de haber nacido en España... En nuestro país tenemos una maravillosa gastronomía, basada en la dieta mediterránea, que es conocida y admirada en todo el mundo" -les decían-
A Carlota y Kiko ésto les importaba bien poco. Pero a decir verdad, les encantaban las paellas que preparaba su padre o el cocido de su mamá. Sin embargo, como la mayoría de niños a los que nunca les ha faltado la comida, se permitían el lujo de rechazar algunos alimentos (sobre todo verduras, frutas o pescado) o se negaban a probar alimentos desconocidos para ellos.
Magdalena NO era partidaria de vociferar al estilo de:
"¡Andreíta! ¡Cómete el pollo!"
Ella era mucho más paciente y sutil. Magdalena tenía otras armas:
Prefería usar su imaginación y les contaba a sus hijos CUENTOS SUCULENTOS.
Procuraba implicarles en el "proyecto":
Por ejemplo, llevándoles a comprar frutas y verduras al mercado o explicándoles los beneficios que aportaba cada alimento.Pero sin duda había comprobado que lo más eficaz era cocinar con ellos. Como eran pequeños, les preparaba actividades sencillas y sin riesgos, como por ejemplo:
Lavar las verduras
Pelarlas con ayuda de un pelador
O con sus propias manitas
Además, un día leyó en un estudio publicado por el centro de investigación de Nestlé (en Suiza) que los niños que ayudaban a elaborar sus propias comidas ingerían una cantidad significativamente superior de verduras.
Magdalena y Miguelito eran conscientes de que los resultados no se conseguirían de un día para otro. Tampoco les preocupaba en exceso si algún día los niños comían peor, no había que obsesionarse.Y así, con su ejemplo, con mucho cariño, paciencia y creatividad fueron enseñando a sus hijos a disfrutar de la gastronomía.Si quieres ver cómo la familia Pérez Gil nos enseña buenos hábitos alimenticios
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María de Muchochupchup ha sido la artista que ha ilustrado a la familia Pérez Gil. No tengo el gusto de conocerla en persona, pero vía email nos hemos entendido fenomenalmente y ha sabido captar mi idea a la perfección. ¡Muchas gracias!
¿Qué os ha parecido la familia Pérez Gil?
¡Son tal cual me los imaginaba!María seguirá deleitándonos con sus preciosos dibujos cada mes ilustrando un nuevo cuento suculento.Ya podéis ver el primero:"El día que Orejones conquistó a la más guapa de la clase"