Joan Rull i Queraltó
Barcelona cuenta con un largo historial de bombas estalladas. Sea por guerras, revueltas o atentados, la ciudad ha sido bombardeada en infinidad de veces. En el corto periodo que va de 1884 a 1909 hubieron más de 100 explosiones imputables, la mayoría de ellas, a anarquistas que actuaban en la ciudad. Gracias a estos hechos, Barcelona acabó siendo conocida como la ciudad de las bombas.
La primera concentración anarquista en Barcelona tuvo lugar el 19 de junio de 1873 con la celebración de la primera manifestación de la “propaganda por el hecho”, en la que unos 50 anarquistas del grupo de Bakunin ocuparon el ayuntamiento de Barcelona durante toda la noche.
Once años más tarde empezó el baile de bombardeos con una primera explosión, el 10 de abril de 1884, ante la vivienda del ex teniente de alcalde José Comas y Masferrer, en la baixada de la Canonja, 2.
Josep Comas Masferrer
Sólo en ese año, según el libro “La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petróleo”, se contabilizaron una decena de explosiones, incendios provocados y cartuchos de dinamita hallados antes de explotar. A partir de ahí, empezaron a ser habituales los atentados con bomba. Primero a base de cartuchos de dinamita para después pasar a usar otros métodos como la bomba Orsini y la bomba de inversión. La Orsini es la que se utilizó en el atentado del Liceu el 7 de noviembre de 1893. Concretamente esa noche se lanzaron dos bombas sobre la platea del teatro aunque solo explotó una. El resultado fue de 20 muertos, otros tantos heridos y 6 anarquistas fusilados (el 21 de mayo de 1894) como consecuencia de los hechos. Pero de la bomba Orsini y el Liceu ya hablaré en otro momento, en un post que tengo a medio elaborar.El protagonista de la entrada de hoy es el llamado Coix de Sants (el cojo de Sants) cuyo nombre verdadero era Joan Rull i Queraltó. Nació en 1881 en el seno de una familia humilde de Barcelona con la que forjó un clan criminal que aterrorizaba a los barceloneses y traía de cabeza a las autoridades policiales. De hecho, hubo un momento en que el pánico en las calles era tan grande que el Gobernador Civil obligó a poner portero en los edificios y cerrar las puertas con llave.
Parte de los integrantes de la familia Rull participaba en la organización de los atentados o bien era cómplice de ellos. Básicamente los implicados eran su padre (secretario del ayuntamiento que fue desposeído del cargo por corrupto), su madre (María) y su hermano (Hermenegildo). La madre y los dos hermanos terminaron detenidos en julio de 1907 y, el 8 de agosto de 1908, Joan fue ajusticiado al garrote vil en la cárcel Modelo (la primera ejecución realizada en esta prisión). María y Hermenegildo tuvieron mejor suerte y consiguieron un indulto de última hora. El de Joan no fue posible porque la campaña emprendida a su favor no tuvo el suficiente apoyo de la sociedad.
María Queraltó (la madre)
Hermenegildo (el hermano)
La primera vez que Joan visitó la cárcel fue en septiembre de 1904 por haber colocado una bomba en los urinarios públicos de la Rambla de les Flors poco después de haber sido inaugurados. La bomba no estalló en las Ramblas sino en el Palacio de Justicia donde había sido trasladada tras encontrarla un guardia que pasaba por allí. Por ello Rull se pasó un año y medio encarcelado y al salir se planteó la posibilidad de transformarse en confidente de la policía, a lo que finalmente accedió tras una conversación con el gobernador civil.A partir de ahí tuvo clara la idea de hacer negocio con el tema y ganar dinero fácil con su familia a base de colocar bombas como si la cosa no fuera con ellos, filtrar a la policía el lugar donde estaban ubicadas y cobrar por cada chivatazo. Tan solo en un par de meses, entre diciembre de 1906 y enero de 1907, hizo explotar cuatro bombas alrededor de las Ramblas para forzar su contratación como confidente y hacer creer a la policía que si trabajaba con ellos se evitarían nuevas explosiones. Así pues, todo salió según sus planes y al mes siguiente ya era confidente “oficial”. Pero al poco tiempo empezó a pensar que el sueldo percibido era muy bajo para atender sus necesidades (que eran muchas) y empezó a poner más bombas y a no saber donde estaban escondidas, provocando explosiones con heridos, algún que otro muerto y la policía subiéndole el sueldo para evitar males mayores.
Viendo que las autoridades policiales locales no sabían como acabar con la situación, el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona decidieron crear un cuerpo de policía especial y para ello contactaron con el inspector jefe de Scotland Yard, Charles John Arrow que aceptó el trabajo a cambio de 2.700 libras esterlinas y un seguro de vida. Al final, ese dineral fue bien empleado porque consiguió detener al clan de los Rull en julio de 1907.
Casi un año después, en abril de 1908, se dictó la sentencia de muerte para los Rull y los barceloneses lo celebraron como si de una gran fiesta se tratara. Salieron en masa a la calle y se concentraron en la Plaça Catalunya para mostrar su satisfacción. El proceso judicial que llevó a la sentencia había producido tanta expectación entre la sociedad que hasta se llegaron a vender postales de los acusados como si fueran souvenirs.
La fecha de la ejecución se fijó para el 8 de agosto. Hasta entonces, Joan, su madre y su hermano permanecieron internados en la Modelo, aunque María y Hermenegildo finalmente se libraron de la muerte por un indulto de última hora que conmutaba esa pena por otra de cadena perpetua que cumplirían en las cárceles de la galera de Alcalá y Ceuta.
Los hermanos Rull en la celda de la Modelo
En el diario La Vanguardia de los días 8 y 9 de agosto se relata con todo detalle lo que ocurrió las horas previas a la ejecución, desde el indulto de María y Hermenegildo hasta la muerte de Joan en el patio de la Modelo, conocido como los “lavaderos”. La redacción de la noticia, como era habitual en la prensa de la época, era exageradamente dramática como se ve en este extracto donde relata que en la madrugada del día 8 el reo escribió 200 tarjetas de despedida como esta:Por otra parte, la misma noticia cuenta que a primeras horas de la madrugada ya había unos cuantos curiosos a las puertas de la cárcel y que el número aumentaba según pasaban las horas. A las 6 de la madrugada, algún funcionario despistado se equivocó e izó una bandera negra antes de tiempo y el público agolpado, entendiendo que Rull ya estaba muerto, lo empezó a celebrar mientras otros creían que había sido indultado. Dos horas después apareció un funcionario de la Audiencia para retirar la bandera ya que ésta no debía haberse puesto hasta después de ejecutarse la sentencia.
Público ante la puerta de la cárcel antes de la ejecución
Llegada la hora clave, el reo fue conducido al patíbulo donde lo esperaba el verdugo de Barcelona, Nicomedes Méndez, que procedió a realizar su tarea con toda la parafernalia que el acto conllevaba.Ahora sí, con Joan Rull recién fallecido, fue izada la bandera negra en señal de duelo. Acto seguido, los 2.000 barceloneses que se habían congregado a las puertas de la prisión, se abalanzaron a la entrada principal para ver el cadáver con sus propios ojos. Pero la guardia civil y la infantería lo impidieron.
Al día siguiente, el cuerpo de Rull fue conducido al cementerio del Sudoest donde fue enterrado y donde descansa desde entonces.