La persona que funda una empresa, normalmente tiene que luchar intensamente todos los días, incluidos fines de semana, durante muchos años. El hábito del trabajo duro le acompaña durante su vida empresarial. Los empleados, generalmente, no se quejan de que el gran jefe llegue tarde a trabajar o ya no venga por las tardes a la empresa cuando es mayor y sus fuerzas no le acompañan en igual medida que en su juventud y madurez. Lo ha dado todo en el pasado y así suele ser reconocido.
Sin embargo, cuando la empresa es dirigida por equipos de hermanos/as
en primera o sucesivas generaciones, por grupos de primos/as e, incluso, por grupos de fundadores sin relación familiar entre sí, se pueden encontrar, habitualmente, miembros de la familia o socios que no trabajan duramente, que llegan los últimos y se van los primeros, que desaparecen de la empresa a media mañana y días más tarde se sabe que estuvieron en una fiesta con amigos.
En algunos casos, estas personas no trabajan lo suficiente porque no se han percatado de lo fundamental que es dar ejemplo y tras haber reconocido su importancia comienzan a hacerlo. En otras ocasiones, se trata de un miembro de la familia que le gusta la vida nocturna y, por ello, sólo se incorpora a trabajar al final de la mañana. Hay personas que, sintiéndose tratadas injustamente o aburridas de tantos conflictos familiares, se sienten frustradas, desencantadas y terminan cayendo en la apatía. Cuando cada mañana piensan que tienen que volver a la empresa, el alma se les hace pedazos y retrasan todo lo que pueden ese mal momento. También hay situaciones en las que un familiar simplemente no quiere trabajar y, por tanto, no lo hace.
Estas situaciones tienen que ser enfrentadas. En este sentido son aleccionadoras las palabras de PETER F. DRUCKER cuando se refiere a las empresas familiares1:
"... ningún miembro de la familia debe trabajar en el negocio a menos que sea tan capaz y trabaje al menos tan duro como cualquier otro empleado no familiar. Es mucho más barato pagar a un sobrino perezoso para que no venga a trabajar que mantenerlo en la nómina. Los familiares mediocres o, peor, perezosos a los que se les ha permitido trabajar en el negocio son con toda la razón del mundo tomados a mal por los trabajadores no familiares; son una ofensa a su autorrespeto. Si a estos miembros de la familia se les mantiene en la nómina de la empresa, el respeto por la dirección y por el negocio rápidamente se deteriora dentro del personal, los no familiares competentes dejarán la empresa y los que se quedan pronto se convertirán en cortesanos y pelotas."Si, por las razones que fueren, un miembro de la familia no trabaja como el que más, hay que tomar medidas. Si el problema está en los sentimientos de gran frustración y disgusto que antes mencionamos, se deben tratar de resolver las causas de estos sentimientos, además de forzar al familiar a que, a pesar de todo, dé el ejemplo adecuado.
Esto no implica que la familia no pueda hacer trabajos a tiempo parcial si de este modo se resuelven adecuadamente las necesidades de la empresa. En una pequeña empresa familiar que conocí, una hija de los fundadores tenía su trabajo fuera de la empresa por las mañanas y por las tardes llevaba la contabilidad del negocio familiar. Dado que la empresa no necesitaba mayor dedicación y el trabajo estaba bien hecho, esta forma de trabajar no dejaba de sentar el ejemplo adecuado.
No lo olvide: "Ningún familiar debe trabajar en la empresa de la familia si no está dispuesto a trabajar tanto o más que cualquier empleado no familiar".
Nota bibliográfica.- La cita ha sido tomada de Peter F. Drucker. 1995. Managing the family business. Managing in a Time of Great Change. New York:. Dutton. Páginas 51-57. Traducción de Rafael Rodríguez Díaz.