La fauna de mi casa (II): Purru

Por Lectoraprofeymama

Purru es el nombre de mi otra gata. Igual que con Audrey, hay una historia muy especial para contar cómo llegó a mi casa.

Cuando Audrey llevaba cuatro meses conmigo, empezando a superar sus problemas e inseguridades, alguien me comentó que tal vez fuera de ayuda que le buscara un compañero de juegos. Y así llegó a mi vida Humphrey, un gatito recién nacido que fue perfecto cada día de su vida y nos hizo muy felices a las dos. Desgraciadamente, Humphrey tenía un defecto congénito en el riñón y murió de forma repentina antes de cumplir un año. Yo quedé desolada y Audrey también. Pasaba las tardes tumbada en los rincones favoritos de Humphrey y maullando para llamarlo. Al ver que seguía deprimida tras dos semanas sin Humphrey, empecé a pensar en traer otro gato a casa.

Lo que tenía claro es que no quería un gato perfecto. Humphrey lo había sido y al final se lo había llevado un fallo renal. Si yo adoptaba otra vez era por Audrey, porque a mí no me apetecía demasiado, así que al menos quería darle una oportunidad a un gato poco adoptable, con algún defecto. Y por aquel entonces Mamigatuna tenía en acogida a una gatita «con los ojitos pochos» a la que había llamado Purru. Necesitaba tratamientos y colirios, y nunca llegaría a ver bien porque tenía adherencias en el tercer párpado. No me importó. Quise darle una oportunidad a esa pequeña.

Su nombre se lo debe a la intensidad de su ronroneo. Es cariñosa y pesada como una lapa. ¡no hay quien la aparte de nosotros! Maúlla constantemente con su voz de pito pidiéndonos atenciones si cree que no le hacemos bastante caso. Es brutota y bonachona, aunque la pobre es casi siempre demasiado pesada. Está obsesionada con las orejas, pues todavía conserva el instinto de mamar y creo que las orejas le recuerdan a la teta de su madre. Tuvo la habilidad de conquistarme enseguida, y ya será siempre mi pequeñaja.