Me encantan las caricias de tus manos cuando se detienen algo más de lo normal disfrutando de mi suavidad aterciopelada. Cuando me acercas a tu rostro y capto tu aroma embriagador. Me aprietas contra tu pecho, me inspiras hondo y te rindes a mis caricias. Me necesitas y yo te respondo. Conmigo te gusta hacer acrobacias, estoy en forma: con movimientos sabios me deslizo por los valles de tu contorno en posturas de vértigo, por la entrepierna con esmero y detenimiento, adherida a tus largas piernas me electrizan las cosquillas entre los dedos de los pies; me detengo de nuevo en tu sexo y enroscada a tu cintura siento el roce de su desnudez.Sé que soy tu preferida desde aquel día que me atrapaste en el baño al salir de la ducha. No había terminado de amanecer y la luz del día tenía suavidades que se difuminaban en la irrealidad. Tu piel perlada embellecía la tersura de tu cuerpo desnudo y pronto sus marcas estaban por todo mi ser. Te arrebujaste todo entero en mí y me pasaste tu propia humedad. Cuerpo y agua se fundieron en el color de las esmeraldas, mi color.Desde entonces, siempre albergo una esperanza: el oír de tus labios un “te amo”, porque soy tu toalla favorita.