Al analizar este texto vemos que para obtener respuesta a nuestras peticiones hay que tener en cuenta tres cosas que están dentro del texto:
No dudar, creer
Creer que ya se ha recibido.
Perdonar.
Cuando estamos clamando a Dios por una petición, vienen a nuestra mente una cantidad de pensamientos de cómo, dónde, cuándo, qué medio va a utilizar, y si es o no la voluntad de Dios de recibir lo que pedimos, entonces entra la duda y el temor; que es lo contrario a la fe, y la fe es creer; sólo la fe es lo que nos permite alcanzar lo que estamos pidiendo. También, antes de hacer una petición debemos de alinearla con la Palabra de Dios, si es o no su voluntad:
Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido. 1 Juan 5:14-15
Cuando Jesús nos dice: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán, se trata de descansar, porque cuando uno recibe lo esperado, ¡descansamos! y damos ¡gracias! pero que hacemos: nuestra mente se da a la tarea de visualizar lo que queremos tener, y se da inicio a una serie de ejercicios mentales y no se trata de mentalizar, porque al mentalizar podemos caer en la duda, y en ciertas filosofías; y la verdad se trata es de descansar en la plenitud que nos da la fe, y tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. Hebreos 11:1
Ese descanso implica espera, y en ésta se ejercita uno de los frutos del Espíritu, la paciencia. Descansar, y esperar es dejar todas nuestras peticiones en las manos de nuestro Señor Jesucristo, quien nos dijo: Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso.Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros.Mateo 11:28-30
Perdonar, también produce descanso a nuestra alma; los enojos, las iras, las envidias, egoísmos y los odios hacia nuestro prójimo, son actitudes de nuestra alma que deben ser tratadas por el Espíritu Santo de Dios, si no hay perdón tampoco habrá respuesta a nuestras peticiones, y como pretendemos obtener el perdón de Dios, cuando nosotros no podemos perdonar ni perdonarnos a nosotros mismos. Hay sentimientos de culpabilidad en nosotros y hacia otros, que deben de ser sanados; sólo en la presencia del Espíritu Santo puede ser perdonada toda culpabilidad, y es allí donde podemos perdonarnos a si mismos, y perdonar a los demás.
Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados. Mateo 6:14-15
Un abrazo lleno de bendiciones.