Resulta que un día al llegar de la universidad mi madre me dice - Bruji, te dejé una cosita arriba de tu mesa-.Yo que siempre he tenido mi gordo en pausa y que de vez en cuando saco mi alter ego de la puerca Ignacia, automáticamente pensé en comida y fui a ver que era esa "cosita" que me habían dejado. Al llegar al cuarto veo que encima de mi escritorio había una insignificante copita rosada de goma (para mis efectos inservible) que sólo me hacía preguntarme ¿Y esto queeeee es? ¿Por qué mi madre me regala una copa de goma? Sin entender nada le dije - pero Mimi y ¿esto para qué sirve? Morí cuando respondió con cara de entender menos que yo la razón de ser la "cosita"- es para la menstruación Bruji-.
En mi lógica de mujer tercermundista, cansada de hacer colas en la farmacia para comprar almohadillas (que en determinados momentos ha sido casi un lujo ostentar en mi closet muchos paquetitos) no entendía ni pitoche el por qué una extranjera le había dado una cosa tan rara a mi madre, si para el período femenino la humanidad solo tenía dos grandes inventos: íntimas ytampones... finito finito, se acabaron los muñequitos.
Pero pasó el tiempo y pasó... un águila por el mar, y una mañana de un día cualquiera me tropiezo con varias post en Instadram (verdadero nombre de la red porque sólo genera drama), que hablaban de la copa menstrual como el último grito de la feminidad y el empoderamiento femenino. Esta neófita en temas de modismos, aún sin entender mucho trataba de comprender la magnitud del inventico, que para mí no pasaba de una cosita repugnante que en última instancia podía fungir como instrumento de tortura.
La cruda realidad era que para esta cubana en plena flor de su juventud y fertilidad el simple hecho de pasar cada 28 días exactos por la monstruación - forma cariñosa para llamarla-, era sencillamente terrible. Fue entonces cuando opté por el lema ¡Subdesarrollo sal de ese cuerpo! y decidí informarme del asuntico en cuestión. Bajé' tutoriales, artículos así como leí comentarios de mujeres que lo usaban, a modo de ejercicio para luchar contra mi fucking prejuicio tercermundista. He de decirles que quedé deslumbrada, se abrían ante mis ojos una amplia gama de marcas, colores, formas y tallas, de ese objeto que parecía el gran invento femenino en tendencia. Las referencias eran muchas millones y millonas de comentarios, en lenguaje inclusivo, solo hacían alabar a la copa como epicentro del máximo esplendor del empoderamiento y la lucha contra el patriarcado.
El siguiente paso a dar caía por su propio peso, se hacía imprescindible preguntarle a todas mis amigas si ellas alguna que otra vez la habían usado. Las respuestas fueron casi siempre las mismas - ¿Niña y eso qué es? , yo que al parecer era la tuerta en el país de las ciegas, me hacía la moderna y les explicaba de qué iba la cosa; para entonces obtener las mismas respuestas - ¿En serio que eso se mete ahí para que caiga lo que tú sabes? ¿Y luego se saca de ahí lleno de lo que tú sabes? ¡Ay qué asco mija! -decían-
Sintiéndome casi un objeto anacrónico entre todas las mujeres que me rodeaban -dígase, adultas, maduras, adolescentes y viejas- y para las cuales el tema les resultaba repugnante, decidí mantenerme fuerte en mi súper planazo de mujer moderna con proyección feminista-ilustrada - empoderada y/o desprejuiciada y me dirigí a usar la maldita copa.