felicidad - Jose Ramirez - CC
Hay noches en que no puedo dormir, así que me quedo acostada en la cama, con los ojos cerrados, mientras mi mente se dispara y pasea por diferentes momentos y lugares ya vividos, recordando experiencias que generalmente no se recuerdan mientras uno está ocupado con su rutina.La mente suele hacer esas cosas, y anoche fue una de esas noches.
Por eso digo que la felicidad se ve mejor desde lejos, porque mirando hacia atrás, no solo se puede recordar un hecho tal cual aconteció externamente, sino que también es posible percibir la vivencia interior y todo lo que ese hecho particular generó en nosotros. Así que me ejercité un poco anoche, sí... empecé a recordar deliberadamente diferentes sucesos, y como por arte de magia las sensaciones de aquéllas veces se repetían dentro de mí, una vez más. Sentí la felicidad de las chocolatadas frías compartidas con mis hermanos, que mi mamá nos servía como merienda mientras jugábamos en la pileta, en el patio de casa. Sentí el orgullo de ver a mis papás, siempre presentes, en los actos de escuela en los que solía recitar poesía, vestidos de gala para mí. El olor a pan casero que hacía mi mamá, el cantar de los pájaros a través de la ventana, que ella abría para que yo despertara. La imagen de los árboles y de la luna en movimiento, o que parecían moverse porque los miraba mientras mi papá empujaba mi hamaca en el parque. Los zapatitos para los Reyes Magos, el pasto y el agua, la ansiedad y los tempranos despertares para ver los regalos. El bizcochuelo marmolado con nueces que mi abuela preparaba para nosotros, el día del niño de cada año. La mezcla de emociones con la llegada de cada uno de mis tres hermanos menores. La primera película que me alquiló mi papá: El Principito, cuando tenía cuatro años. Lo reconfortante que era escucharlo decir "Sí, puedes!" cuando yo lloraba gritando "ne peio papá", porque no me salía algún dibujo. Los besos en la frente antes de dormirnos. Sí, la felicidad se ve mejor desde lejos. Muchas veces mientras la vivimos, no tenemos consciencia, pero mirando hacia el pasado, todo es más claro... quizás sea por la posibilidad de verlo en perspectiva. Sí, tuve una infancia feliz, y fueron esos los momentos importantes. Y sí, es lo que quiero brindarle a mi hija. Cada día que pasa solo hace más profundo mi agradecimiento a mis padres. Porque en su modelo de crianza encontré más ejemplos a imitar de lo que me podría haber imaginado. Porque su ma y paternidad fue una de las más conscientes que conozco. Pero la esperanza que quiero dales en mi mensaje es que la felicidad está siempre en nuestra historia, en nuestro interior, solo tenemos que parar el mundo un momento para dejarla fluir. Te invito a hacerlo... por vos, pero también por tus hijos, porque solo sabiendo qué cosas tuvieron la entidad suficiente para hacerte feliz, sabrás qué brindarles a ellos.
Qué hay en tu historia? Qué aromas, qué colores, qué imágenes guardas de tu infancia?Un Abrazo!