La Fidelidad, ¿Otra Imposición de la Religión Católica?

Por Raguniano @raguniano
"Si, estando casado, miras a una mujer la primera vez, estás usando el sentido de la vista. Si la miras una segunda vez, estás permitiendo ser tentado. Si la miras una tercera vez, has abierto tu corazón al pecado. Más allá de esta tercera vez, es definitivamente pecado".
Quise comenzar este artículo con un extracto bíblico que recrea la posición de la mayoría de las religiones, en especial la católica, respecto a la fidelidad. Al leerlo, lo primero que me viene a la mente es: ¿Quién hoy en día deja de ver por 3ra, 4ta o más veces a alguien que le atrae por temor a ser castigado por Dios? Sin embargo, en el subconsciente, miles de pensamientos se entrecruzan: “esto no esta bien”, “¿Cómo puedo mirar a alguien más si amo a otra persona?”, “Pero, ¿Qué hago si me gusta esta persona?, y de esa forma atormentarse hasta llegar a un punto en que la culpa es inmanejable. Algunos hasta han decidido andar con gríngolas y no ver a los lados para no sentir ese remordimiento que no los deja vivir (debo reconocer que conozco a unos cuantos que viven de esa forma).
Es realmente lamentable que todo esto se lo debamos a esas falsas creencias que nos han enseñado desde niños, impuestas sobre todo por la Iglesia, que basándose en los mandamientos divinos intenta imponer una moralidad que va en contra de nuestra propia condición humana. No podemos ocultar una realidad que vivimos a diario, y que comienza al salir de casa: nos gusta vernos bien, usamos nuestra mejor ropa, nos arreglamos para ver y dejarse ver. Entonces, ¿Cómo podemos pretender no fijar la mirada sobre alguien que nos llame poderosamente la atención más de una vez?, pues señores, sepan que según la Bibliaeso es “Pecado” (que palabra tan alienante). Si es así, pues todos seríamos pecadores ya que, aún teniendo una relación de pareja, hemos volteado más de una vez (así sea por el rabo del ojo) para apreciar a alguien que nos deslumbre. “Quien este libre de pecado que lance la primera piedra…”
Para poner un poco más en relieve el asunto de las creencias inculcadas basta con repasar el ritual del matrimonio eclesiástico, el cual contempla en una de sus líneas: “Yo, (fulanit@), te recibo a ti, (fulanit@), como espos@ y me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad…”. Esta ceremonia se realiza con la promesa de que esa relación será bendecida por la Iglesia y por el mismo Dios. No obstante, esa misma religión sostiene que se estaría cometiendo infidelidad, y por lo tanto pecado, si uno de los dos viera intencionalmente más de una vez a otra persona que le atraiga, ya sea porque le parezca interesante o por su físico. Es más, ni siquiera se está permitido tener pensamientos con otra persona que no sea su cónyuge. En consecuencia todos los matrimonios (al menos los católicos) estarían faltando constantemente a su promesa “divina” ante Dios y en menor o mayor manera acumulando culpa.
Es evidente que he venido tratando el tema de la fidelidad sin entrar en la materialización de la infidelidad (eso será tratado en otro artículo de este Blog), sino como esa imposición religiosa que ya no tiene vigencia, si es que alguna vez la tuvo, y que ha dejado de tener sentido hoy en día.
La fidelidad ha de tratarse como un acuerdo entre dos personas de mantenerse unidas, respetarse y amarse; pero nunca ignorar el hecho de que, ante todo, somos seres humanos, con instintos aún primitivos, que vivimos en una sociedad consumista situada por el culto al cuerpo y al sexo. Ignorarlo es un error en el que caen muchas parejas, especialmente los casados. Además, algunas personas tienen más desarrollado el sentido visual que el auditivo o el kinestésico ¿Qué tiene de malo ver concientemente y que nos vean?, al contrario, eso enaltece el ego y reafirma nuestra autoestima, por ende seremos mejores personas con nosotros mismos y con nuestra pareja. Por ello, sería más honesto permitirnos sentir “la tentación” por otra persona y no verlo como un pecado que será castigado. Quizá la causa de tantos divorcios en la actualidad sea por ese sentimiento de culpa al reprimir esa parte humana.
Este artículo en ningún momento es una incitación a la promiscuidad o a cometer adulterio, eso estará en la conciencia de cada quien. Más bien es una invitación a que veamos objetivamente esos mensajes que las religiones se han encargado de inculcar para crear miedo y culpa. En la medida que seamos más fieles con nuestro sentir humano, más auténticos y dejemos que fluya sin ataduras impuestas, lo seremos en la misma medida con quien amamos sin limitaciones.
Escrito por: Rafael Baralt