'La fiebre', de J.M.G. Le Clézio (léase sin el estómago vacío)

Publicado el 30 agosto 2017 por Miguelj14

Por Laura Leticia Valencia

Le Clézio escribió nueve cuentos que se reúnen en La fiebre, la mayoría inéditos hasta este volumen publicado en 2010, dos años después de que el autor ganara el premio Nobel de Literatura.

El título, que alude a una afección del cuerpo, está en consonancia con los temas de todos los relatos: dolores mínimos, que avanzan sin darnos cuenta, entre los terrores y las obsesiones cotidianas, ajenas a los sentimientos grandilocuentes. Se trata la simplicidad del día a día y sus lamentos que, impredecibles, llegan en la oscuridad de la cama o en la luz de las aceras de la ciudad.

El primer cuento, que da nombre al conjunto, deja ver que en aquella famosa separación entre el alma y el cuerpo se muestra la falacia más grande de la humanidad, en tanto que sólo somos el cuerpo, y de éste depende el ánimo, la vitalidad, la fuerza y la cordura. Cuando se desgarra, sólo pervive de nuestra personalidad una nube difusa, una cortina de pensamientos inconexos que vuelven a la claridad hasta el momento en que la salud se recobra.

El autor nos muestra la desesperación en "El día que Beaumont conoció su dolor". Se trata de un dolor que lo mueve lentamente, desde el lugar donde se origina (plenamente físico y banal) hasta conocer su soledad y lo que ésta significa. Hay llamadas desesperadas, noches en vela rodando por la cama, reflejos de una ciudad donde habitan tantos otros pero donde el aislamiento se impone.


"Martin" es el relato acerca de un tipo distinto de soledad: la de aquel que no puede comunicarse con sus semejantes, debido a que sus intereses son tan peculiares que no logra establecer ningún contacto cálido con los demás. Nos muestra a un personaje de caricatura, mofa de la idea de "genio" o "erudito": un ser cabezón que puede hablar en latín y pensar en las profundidades, para quien lo más superficial de una conversación es lo más difícil de llevar.

"El mundo está vivo" es una pausa en el libro. Los personajes son los ríos, las montañas, la hierba y las sensaciones que deja, con sus olores y sonidos. Si al escritor francés le gusta hablar sobre lo más cercano, a ras del suelo, este relato permite conectar con una realidad simple, aunque rica de experiencias en la naturaleza.

Al final, se encuentra "Un día de vejez", que trata el término de una vida. Aparece la oposición entre la juventud y la ancianidad, y cómo aquella desprecia todo lo que está próximo a la muerte, en tanto que la piensa tan lejana, casi imposible. Otro tipo de soledad llega aquí, inevitable en cuanto a la experiencia de saber que se morirá pronto. La desesperación y el frío invaden la piel y las entrañas, y es deber de la juventud olvidar, extrañarse y dudar de la experiencia del moribundo.

Estos y otros títulos se encuentran en La fiebre. No es una lectura reconfortante, sino que muestra, en sus pequeños detalles, la miseria de cada uno. Dice Le Clézio en el prefacio que lo que más le fastidia es estar vivo. Supongo que no tanto, porque puede decidir acabar con eso en cualquier momento. Su pesimismo parece un pretexto o una exageración de las obras que aquí aparecen, y deja poco espacio para el encuentro o la felicidad, que se muestran como falsos. Lea estos cuentos cuando se sienta fuerte de ánimo.


Laura Leticia Valencia (Puebla, 1993). Editora y redactora para medios impresos y digitales. Estudió la licenciatura en Filosofía.