Toda la sapiencia del gran escritor volcada a defender lo que yo considero indefendible: La fiesta brava, bajo el título de su escrito al que denominó “Torear y otras maldades“.
La desventaja en el debate era muy clara, una señora que podrá ser muy inteligente contra un gigante del razonamiento como lo es el máximo exponente de las letras peruanas quien escribió: “Alguien tocó el tema y la señora que presidía la mesa y que, hasta entonces, parecía un modelo de gentileza, inteligencia y cultura, se transformó. Temblando de indignación, comenzó a despotricar contra quienes gozan en ese indecible espectáculo de puro salvajismo, la tortura y agonía de un pobre animal, supervivencia de atrocidades como las que enardecían a las multitudes en los circos romanos y las plazas medievales donde se quemaba a los herejes. Cuando yo le aseguré que la delicada langosta de la que ella estaba dando cuenta en esos mismos momentos y con evidente fruición había sido víctima, antes de llegar a su plato y a sus papilas gustativas, de un tratamiento infinitamente más cruel que un toro de lidia en una plaza y sin tener la más mínima posibilidad de desquitarse clavándole un picotazo al perverso cocinero, creí que la dama me iba a abofetear. Pero la buena crianza prevaleció sobre su ira y me pidió pruebas y explicaciones“.
Leo el escrito y veo enfrentándose a Mike -Vargas Llosa- Tyson versus una persona promedio de 65 kilos. El desenlace de esta batalla en las ideas, de antemano y sobre el ring “Piedra de Toque” no puede ser ganado por alguien que no sea Vargas Llosa, despotricar nos está permitido a los mortales comunes, no a las glorias de las letras como él.
No me gustan las corridas de toros, ni tampoco por eso me rasgo las vestiduras contra los que si las aprecian, pero para discutir este tema con Vargas Llosa tendría que ser una persona a su altura, quizá Saramago sea un buen contrincante y es alguien como el portugués quien deba argumentar porque no es correcto matar al toro de lidia de esta forma.
Los enfrentamientos verbales de grandes escritores contra personas comunes y corrientes, degradan a los primeros y enaltecen a los demás.