Los niños no dudan de que los Reyes Magos les traerán los regalos que les han pedido en sus cartas, quizá por eso los reciben casi todos, porque confían, porque tienen una fe ciega en que los van a conseguir.
Los adultos deberíamos recuperar ese espíritu, al menos por un día. Desprendernos de la desconfianza, del pesimismo, de los prejuicios; de esa "voz de la experiencia" mal entendida que nos hace aceptar lo negativo y desconfiar de lo positivo como si no tuviéramos derecho a ser felices y ver realizados nuestros sueños.
Pero ¿por qué no?
Démosle una oportunidad a la ilusión, a la magia, y escribamos esa carta a los Reyes Magos confiándoles nuestros deseos más íntimos.
Acaso ese acto de ponerlos en el papel nos ayude a saber realmente lo que queremos (porque a veces no lo tenemos claro) y qué debemos hacer para conseguirlo. Porque como somos adultos sabemos que a los Reyes Magos hay que ayudarlos y poner de nuestra parte, y si no lo hacemos, no nos quejemos si solo nos dejan carbón...
Yo voy a escribir mi carta ahora mismo ;)