«La figura del mundo», de Juan Villoro

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

♦Premio Gabo 2022♦

«El escritor mexicano evoca a su padre, el pensador Luis Villoro, en un libro que trenza recuerdos personales, crónicas y una lúcida reflexión acerca de los vínculos entre padres e hijos y los límites »de la memoria y la escritura.»


Con una premiada trayectoria que abarca el cuento, la novela, el ensayo, la crónica y el teatro, Juan Villoro podría definirse no tanto como un autor prolífico, sino como un escritor capaz de poner cualquier género literario al servicio de su magistral capacidad de observación de la realidad y reflexión. Entre novelas que retratan la tensión del México contemporáneo, crónicas urbanas, itinerarios por la literatura, escritos sobre futbol y cuentos impregnados de comicidad y gestos de la no ficción, Villoro ha compuesto una obra extensa y diversa que, sin embargo, tiene hilos que la cosen con firmeza. Una de las hebras cuyo recorrido se puede rastrear a lo largo de su carrera literaria es el padre, una figura fundamental que está en los cimientos mismos de la literatura universal y, como señala Villoro, atraviesa toda su obra volviéndola una suerte de carta al padre que llega a su máxima expresión en La figura del mundo.

La evocación del padre, fallecido una década atrás, marca el pulso de un libro que no busca saldar deudas pendientes ni ser una mera celebración, pero en tanto testimonio honesto del pasado contiene una parte de homenaje y también algo de crítica. Sobreponiéndose a la mirada del niño que fue en los años sesenta del pasado siglo, Villoro observa desde la adultez el mundo de las revueltas contraculturales y, en ese contexto, a un intelectual que adopta una posición de izquierdas moderada y en medio de las ansias de revolución, intenta encontrar el modo de manifestar un afecto que no le han enseñado a ejercer. En los errores y las falencias del padre, sin embargo, se construye un vínculo donde el aire ausente y distante del progenitor se convierte en normalidad a los ojos de un niño que, desde muy temprano, aprende a convivir con las contradicciones que moldean nuestras existencias. Con un agudo sentido de la comicidad y la capacidad para deslizar notas sentimentales sin desbordarse, el hijo hilvana recuerdos exponiendo en ellos las diferentes aristas de una figura que pertenece al ámbito de la intimidad pero, al mismo tiempo, tiene una proyección pública.
La doble faz del Luis Villoro en tanto padre y pensador conduce al escritor mexicano a tramar un relato donde la memoria íntima y la colectiva confluyen y se entrelazan con la crónica. Allí donde los recuerdos personales ceden
paso al testimonio e un país, una ciudad o una época, el brillante cronista que Villoro ha demostrado ser asoma para narrar episodios que van de la Masacre de Tlatelolco al levantamiento zapatista, pasando por unos juegos olímpicos controvertidos y un mundial de futbol en el que un niño afianza una pasión de por vida. Figuras de la literatura recurrentes en su obra, como Sergio Pitol, Octavio Paz, Roberto Bolaño o Fiódor Dostoyevski, cuya novela Los hermanos Karamazov suscita una pequeña polémica entre padre e hijo, se dan cita también en un libro que, sin perder de vista su auténtico núcleo –ese padre tan contradictorio como querido–, abre una meditación acerca del compromiso, las tensiones éticas entre la teoría y la praxis política, el desarraigo que conlleva la migración, la necesidad de pertenencia y las misteriosas derivas de los afectos en la órbita familiar.

«Nada más antiguo, nada más actual que el tema de este libro: un hijo habla de su padre», dice Juan Villoro. Hablar del padre, sin embargo, se revela como un modo de contarse a si mismo porque, como bien sabe el narrador, la escritura dice tanto o más acerca de aquel que escribe que sobre el que es retratado. Entre fragmentos de la biografía paterna, episodios de la vida de un país y anécdotas personales, La figura del mundo trama así una lúcida reflexión sobre los límites y alcances del testimonio literario. Asumiendo la parcialidad implícita en toda perspectiva y las barreras impuestas por el pudor y la voluntad de no romper ciertos tabúes de la intimidad, un hijo habla de su padre, sabiendo que pese a sus limitaciones la literatura es una forma imperfecta, pero preciosa al fin, de dotar de sentido al caos del mundo.

Escrito con gran sensibilidad y agudeza, este libro condensa el asombro y la emotividad para quien la escritura se convirtió en «una permanente carta al padre»

Lee y disfruta de un fragmento de la novela.

El autor:
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), escritor y periodista, es reconocido como una de las voces principales de la literatura latinoamericana contemporánea. Su extensa producción incluye novelas, cuentos, ensayos y crónicas. Destacan obras como las novelas El testigo (2004), premiada con el Premio Herralde, Arrecife (2012) y La tierra de la gran promesa (Random House, 2021); los ensayos Efectos personales (2001), De eso se trata (2008) y La utilidad del deseo (2017); el libro de cuentos Los culpables (2007) y las crónicas Dios es redondo (2006), ¿Hay vida en la Tierra? (2012) y El vértigo horizontal (2019). Ha sido galardonado con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas y el Premio LIBER, entre otros premios. Colabora regularmente en los periódicos La Jornada, El País y El Periódico, y en publicaciones como Letras Libres, Proceso, Nexos, Reforma y la italiana Internazionale.

El libro:
La figura del mundo ha sido publicado por la Editorial Randon House. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 272 páginas.


Para saber más:
https://www.jvilloro.com/

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