La filosofía analítica

Publicado el 13 diciembre 2018 por Academiacruellas

“Las teorías tradicionales del interés sostienen que los juicios morales son descriptivos del estdo real de los intereses, que se limitan a ofrecer información acerca de intereses. (Más exactamente, se afirma que los juicios morales describen cuál es, era o será el estado de los intereses, o bien, indican cuál sería el estado de los intereses bajo determinadas circunstancias). Esta insistencia en la descripción, en la información, es lo que acarrea que tales teorías posean un relevancia incompleta. Sin duda, siempre hay algún elemento de descripción en los juicios morales, pero esto no es todo, en absoluto. Su uso fundamental no es para indicar hechos, sino para influir. En lugar de limitarse a describir los intereses de la gente, los transforman o intensifican. Recomiendan el interés por un objeto, mas que establecer que tal interés existe ya…….

Otro ejemplo: un fabricante de armas declara que la guerra es algo bueno. Si pretendiera decir únicamente que él la aprueba, ni insistiría con tanta firmeza ni se excitaría al discutir el asunto. Sería muy fácil convencer a la gente de que él la aprueba. Si pretendiera decir únicamente que la mayoría de la gente aprueba la guerra, o que la mayoría de la gente la aprobaría si conociera sus consecuencias, no tendría más remedio que renunciar a su afirmación en caso de que se demostrara que no era tal. Ahora bien, ni él haría esto ni la coherencia le exigiría hacerlo. En realidad, no está describiendo cuál es la aprobación de la gente, sino tratando de cambiarla, influyendo en ella. Si se sencontrara con que es poca la gente que aprueba la guerra, insistiría seguramente con la mayor firmeza en que ésta es buena, ya que el cambio a producir sería mayor.

Este ejemplo pone de manifiesto cómo la palabra “bueno” es susceptible de ser utilizada para lo que la mayoría de nosotros consideraría malos propósitos. Tales casos son tan a tener en cuenta como cualesquiera otros. No estoy indicando el modo bueno de usar la palabra “bueno”. No trato de influir en la gente, sino de describir la forma en que esta influencia tiene a veces lugar. Si el lector desea decir que la influencia del fabricante de armas es mala -es decir, si el lector desea suscitar en la gente la reprobación hacia ese hombre, o bien, hacer que éste desapruebe sus propias acciones-, me uniría con gusto a tal empresa en otra ocasión. pero no es este el asunto que ahora me ocupa. No estoy usando términos morales, sino indicando cómo se usan. El fabricante de armas, en su uso de “bueno”, sirve para ilustrar el carácter persuasivo de tal término, al igual que sirve el caso de un hombre no egoísta que, anhelando que deseemos la felicidad de todos los hombres, afirma que la paz es el bien supremo”.

C.L. Stevenson, El significado emotivo de los términos morales (1937)

Este texto está tomado de un trabajo de Stevenson acerca del uso de los términos en el lenguaje moral.

El autor se enfrenta a la doctrina según la cuál los términos morales son descriptivos. Esta doctrina tiene múltiples variantes y Stevenson tiene en cuenta en este caso aquella variante de la misma, según la cual los términos morales (bueno, malo, etc) describen o informan acerca de aquello que la gente aprueba y reprueba

A esta teoría descriptivista opone Stevenson otra, según la cual los términos morales tienen como función influir en las actitudes (aprobaciones y reprobaciones) de los demás. La proposición “la conducta x es buena” equivale a “apruebe usted la conducta x”.

El último párrafo del texto muestra, de acuerdo con la orientación analítica, que la misión de la filosofía es el análisis del lenguaje: en el ámbito de la moral, al filósofo no corresponde, en cuanto tal, decir qué es bueno o malo, sino analizar cómo se usan los términos “bueno” y “malo”.

Aunque este análisis y sus consecuencias han sido criticados por otros filósofos analistas, este texto constituye una muestra interesante de análisis aplicado al lenguaje moral.