De los usos medicinales ya sabían egipcios y griegos, que los romanos se encargaron de divulgar por todo su imperio y así llegó a nuestra Sierra. Paracelso le añadió un toque mágico con sus elixires.
Pero también como motivación al caballero, que lo recibía de su dama para aumentar su valor en la batalla. Y en algunos lugares se utilizaba como incienso en los funerales, para asegurar el buen viaje del difunto a una nueva vida.
Lar-ami
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