Revista Historia

La Florida, historia y dignidad de un barrio de Hospitalet (2)

Por Ireneu @ireneuc

( Viene de parte 1) En 1957, la empresa eléctrica FECSA construye los conocidos como Bloques FECSA para sus trabajadores, a la vez que se construye la Av. Isabel la Católica y la primera escuela del barrio (en un barracón, todo sea el decirlo). En 1958 se hace el alcantarillado y en 1960 se construye la parroquia de la Mare de Déu de la Llum. El barrio, que hasta los años 50 tenía unos pocos centenares de personas, en 1960 ya llegaba a los 20.000 habitantes gracias a la creciente llegada de inmigración del resto de España. Los campos habían desaparecido convertidos en bloques de pisos de alturas y densidades inverosímiles, saltándose a la torera cualquier reglamentación urbanística prevista, ante la pasividad de las autoridades municipales franquistas. No en vano, en 1970, La Florida llegaba a las 53.364 personas, su máximo histórico.

A la precariedad de los servicios -no había plazas escolares para todas las criaturas del barrio, por ejemplo- y la conflictividad social fruto de la superpoblación ( ver Una lata de sardinas llamada L'Hospitalet de Llobregat ) se le sumó el mal estado de las viviendas, sobre todo de los Bloques Onésimo Redondo que, construidos por el régimen deprisa y corriendo con malos materiales, a los veinte años ya se estaban cayendo a cachos. Todo ello puso el vecindario en pie de guerra pese a la dictadura, llegando en 1975 a la huelga, negándose a pagar las letras de los pisos si no se reparaban convenientemente.

La llegada de la democracia, la continua lucha de la Asociación de Vecinos por combatir la marginalidad del barrio (con graves problemas de delincuencia y drogadicción) y la intención -¡por fin!- del Ayuntamiento de poner manos a la obra en la mejora de La Florida, llevó a la creación de nuevas infraestructuras (parques, plazas, mercados...) aprovechando los solares dejados por las bóbilas, únicos espacios libres que quedaban por urbanizar en el barrio. Una mejora ostensible ayudada por una bajada de la población residente en el barrio y, por tanto, de la presión demográfica. La llegada del metro a La Florida en 1987 ( ver El puente de la Torrassa, el metro y el fallido intento barcelonés de anexionarse L'Hospitalet ) y el soterramiento de las líneas eléctricas de la Avenida Primavera y Catalunya en 1993 fueron hitos en la dignificación del barrio que, en el año 2000, bajaba hasta los 40.013 habitantes. El problema es que, con el cambio de siglo, la situación iba a dar un vuelco.

Las crisis que afectarán de forma generalizada todo el mundo y que tendrán su punto álgido en el año 2008, llevarán a una sustitución de la población residente (que, debido a la crisis, se marcha del barrio) por nuevos inmigrantes, pero esta vez de origen extranjero (sobre todo de Hispanoamérica y el Magreb) que acabarán recalando, como pasó en décadas anteriores, en el barrio. La gran cantidad de vivienda disponible y los precios más accesibles para la gente de bajo poder adquisitivo que llega a L'Hospitalet, hace que la problemática de marginalidad y pobreza que sufrió La Florida tiempo atrás -y que no se acabó de solucionar del todo- acabe repitiéndose de nuevo en el tiempo y en el espacio. Morad y todo lo que le envuelve se inscriben en este particular ciclo histórico de inmigración y precariedad.

En la actualidad (2022) La Florida tiene 47.544 habitantes: 30.438 en el barrio de La Florida propiamente dicho y 17.106 en Les Planes. Por su parte, La Florida está considerado el barrio más densamente poblado de Europa, con 80.100 habitantes/km2 y el de Les Planes como el más pobre de todo Hospitalet, con una renta por habitante de 8.379 euros (2016) cuando la media de la ciudad (en 2015) estaba sobre los 10.455 euros por habitante. Sea como sea, a pesar del hecho de ser pobre y de relativa reciente construcción, el barrio de La Florida tiene su propia historia. Una historia de lucha social, sufrimiento humano y humildad en el día a día que, si algo demuestra, es su indiscutible dignidad como barrio de L'Hospitalet.

Una dignidad que, como a toda la ciudadanía hospitalense, se le ha querido negar injusta y repetidamente.


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