El personaje resultó simpático a la sociedad por su abnegación, incluso las compañías telefónicas le dedicaban anuncios en televisión. Sin embargo, la nefasta política fiscal española y el estrangulamiento de aquellos que se aventuraban a cotizar en este régimen de la Seguridad Social hizo que el término se fuera contaminando. Para renovar la gallina de los huevos de oro la administración ideó una nueva campaña mediática y ahora los autónomos pasan a denominarse emprendedores.
A los políticos se le llena la boca cuando hablan de emprendimiento. Sin embargo, perversamente meten en el mismo saco a un empresario que desarrolla un programa de innovación espacial y a una persona que coge un local y lo llena de gusanitos y patatas fritas y se sienta a esperar que entran clientes. Con todo el respeto que merece esta segunda opción, los dos casos presentados son muy diferentes. Está claro que el segundo no ofrece mi autonomía ni emprendimiento. Por eso, cuando en un debate entre trabajadores por cuenta ajena, autónomos y funcionarios las dos primeras categorías se jactan de ser los trabajadores que levantan el país hay que ser valientes y atreverse a destapar este mito, afirmando que al igual que hay funcionarios vagos, existen autónomos con esta característica. Y que emprender es algo más.alfonsovazquez.comciberantropólogo