– Perdón ¿Nos conocemos? –
Preguntó la señora con cierta timidez a un muchacho que esperaba en la sala de espera.
– Creo que no señora, no soy de la capital –
– Ah, disculpe muchacho, me habré confundido –
– Está Bien, el mundo es mucho y fácil uno se confunde los rostros –
La señora, Ana, quedó con un sentimiento de desconcierto:
– Te juro que sentí algo que me invadió todo el cuerpo –
Le comentaba a su esposo mientras seguían esperando en el hospital.
– ¿No será algún amigo de Manuel? –
– No, el muchacho me dijo que venía de afuera. No se, fue una sensación de alivio y de dolor al mismo tiempo, nunca me había pasado –
Ana y Gerardo son padres de Manuel, un muchacho de 23 años que a punto de terminar el doctorado en leyes sufre una enfermedad fulminante que le cuesta la vida en cuestión de meses:
– Dicen que ser madre es el dolor más intenso que puede sentir una mujer, se equivocan, dejar de ser madre duele más que nada en el mundo – Asegura Ana.
Como pudieron siguieron adelante y a pesar del dolor y la depresión de todos los días decidieron ayudar a familias que esperaban, masticandose el alma, un órgano que les extienda la vida a sus seres queridos. Luego de la muerte de Manuel ellos firmaron para que sus órganos fuesen donados a las muy muchas listas de esperas de donantes.
– El ya no está – Dice Gerardo – y nada más que el recuerdo va a hacer que vuelva, decidimos ayudar a aquellas familias que no tienen más que esperar, sintiendo el peso de la muerte en cada día-
Era mediodía, era primavera y el olor a jazmines invadía toda la ciudad desde los jardines encerrados entre el hormigón.
– Adelante señores – Dice el doctor.
Ambos estaban nerviosos, esperando este día con el dolor de la pérdida y el bienestar de la ayuda: ese día iban a conocer al muchacho que había recibido el corazón de su hijo Manuel.
– Les quiero presentar a Jesús-
Cuando la mujer voltea, ahí estaba, el mismísimo muchacho que creyó conocer en la sala de espera. Ella rompe en llanto, su esposo la contiene, el muchacho se acerca y el resto es historia.
Cuando Ana abraza al muchacho se reencontró con el percutir del corazón de Manuel y su primer sensación fue la conexión que hubo en sus primeros meses de embarazo:
– Sentí sus latidos y recordé las primeras ecografías –
Manuel volvió a nacer para ellos, justo el mismo día en que se cumplía un año de su muerte. Gerardo recuerda:
– Por la mañana fuimos a visitarlo y echamos agua en su tumba para escuchar un ruido que lo mantenga vivo, y ahora escucho su corazón estallando en el pecho del muchacho –
Manuel renacio el mismo día de su muerte y la familia se expandió de golpe.
» Lo bueno de la muerte es que uno vuelve a nacer cada día, en los ojos de quien alguna vez nos vio sonreír «