Leía hace unos días un artículo de prensa donde se comentaba un estudio sobre los beneficios de la jardinería como actividad física, similares a la práctica habitual de un deporte. Sobre el deporte, la jardinería tiene el añadido de poder ser elevada a Arte y a Ciencia, ya que esta afición es una mezcla de instinto, cualidades (el famoso greenthumb, 'pulgar verde'), inquietudes estéticas y conocimiento de la ciencia vegetal en todas sus facetas.
No hay nada perfecto: no hay rosa sin espinas, que diría un roser@. El gran defecto del aficionado al mundillo jardineril es la pedantería, es decir, "el vicio de pedante" que tan bien describe nuestro DRAE:
pedante.
1.adj. Dicho de una persona: Engreída y que hace inoportuno y vano alarde de erudición, téngala o no en realidad. U. t. c. s.
El quid está en la última parte de la definición, "téngala o no", que más bien es no en la inmensa mayoría de casos.
Ninguna de mis gurús, Vita y Miss Jekyll, eran pedantes. Por el contrario, practicaban grandes dosis de humildad y trataban de dar respuestas sensatas, sin grandilocuencias. No se puede decir lo mismo de otros profesionales y aficionados. Recuerdo que en un foro de jardinería, una señora me dijo 'de rosales sabes mucho, de lo demás, no tienes ni idea'...jajaja, lo hizo por insultarme, pero me sigue haciendo la misma gracia que entonces, porque, la mera verdad es que no sé mucho de nada....
¿De donde deviene la pedantería roseril?. Hay dos fuentes básicas, a) la exagerada adulación hacia rosales más por su condición de caros o exclusivos que por sus auténticas cualidades. Los rosales de David Austin se llevan la palma...son un grupo ciertamente irregular, pero muy poca gente se atreve a lanzarles críticas. Y, b) la fragacia: el roser@ mete la nariz y trata de describir lo que huele...eso es demasié...,además no se priva (no nos privamos jajaja) de contarlo....
Centrémonos en el aroma. En nuestro descargo, la culpa de esos excesos verbales es más bien heredada: los griegos creían que Eros había esparcido néctar de los dioses sobre una rosa, proporcionándole su fragancia. Con esos antecedentes tan edulcorados... en fin....
Las rosas tienen capacidad genética para ofrecer centenares de aromas diferentes. Los aromas afrutados son los más fáciles de distinguir para el profano, son aromas que conocemos desde nuestra tierna infancia: a limón, a pera, a manzana, a plátano. En estos niveles, es difícil meter la pata: The McCartney huele claramente a limón, así como Violina huele claramente a plátano.
Los expertos han desarrollado métodos sofisticados para recoger componentes volátiles de las rosas, y han clasificado los aromas en cinco grandes grupos con múltiples subgrupos. Muy complejo.
Más fácil y útil es hacer un planteamiento desde las familias de rosales. En cuanto a fragancia, hay dos tipos:
- Rosales antiguos y sus híbridos. En especial, los rosales franceses del s.XIX alcanzan un grado de perfección difícil de igualar.
- Rosales modernos. Los híbridos de té y los floribunda han incorporado matices especiados, hay cultivares con aroma increíble: Papa Meilland, Double Delight, Fragrant Cloud, Margaret Merril, The McCartney, Just Joey, Mr Lincoln, Frédéric Mistral...y muchos más. Aquí incluiríamos a los rosales ingleses de D. Austin: Heritage, Scepter'd Isle, Gertrude Jekyll, etc.
No es fácil conseguir hibridar un rosal con buena fragancia, porque no se trata sólo de fragancia, son muchas características: forma de flor, color, arbusto, follaje, resistencia....Son muchos los factores a tener en cuenta y la resistencia a los ataques de hongos sigue siendo, a día de hoy, una prioridad y uno de los grandes caballos de batalla para los obtentores.
El pasado lunes llevé al despacho un ramillete con las últimas flores otoñales de Papa Meilland, llenando todo el espacio de aroma. Papa Meilland no es un rosal ideal de jardín, el arbusto es más bien poca cosa...pero, compensa con creces su cultivo. La rosa sigue despertando los sentidos.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.