La Francia de hoy
Hace un par de día murió el gran Director de cine francés de la "nueva ola", Claude Chabrol, retratista de los "hechos curiosos" y de las grandes hipocresías burguesas, como él mismo las llamaba. Pensando en sus películas (sobre todo en "La Celebración") me paseaba estos días por una París otoñal y reflexionaba sobre la Francia de hoy. Una Francia bastante descolorida. Una Quinta República francesa manchada por los escándalos financieros del círculo del presidente Sarkozy (el affaire Bettencourt) sólo comparable con las páginas más detestables de la III República en tiempos del General Boulanger y los affaires Panamá y compañía.
Estar en Francia en estos días es asistir a una obra de teatro en la que vemos cómo la derecha trata de hacer todo lo posible por preservar una supuesta "identidad francesa" basada en la baguette, la petanque, el racismo de Estado y la estulticia. El problema es que la imagen de Francia normalmente en el extranjero no tiene mucho que ver con eso. "Patria" de lo universal, ahora la vemos envuelta en polémicas sobre "lo verdaderamente francés" y recordamos épocas infames como la Francia de Vichy (colaboradora con los nazis) al ver la "deportación" de gitanos. Ser testigo de esta Francia es triste y se hace aún más intolerable cuando se ve y se siente de cerca la manera cómo son tratado los extranjeros en algunos escenarios de la administración francesa, como las Prefecturas de Policía, una escena que sufrí hace unos días entre las 6AM y las 17h...
Pero, hoy quiero referirme a otra cosa. Recién llegado a París no pude dejar de registrar y escribir una escena que contrata irónicamente con la política cruel y deshumanizada del gobierno Sarkozoi (así se escribe "originalmente" el apellido Sarkozy por su origen húngaro, pariente de muchos de los gitanos que hoy expulsan): en una pequeña plaza al sur de París, frente a la estación del tranvía "Jean Moulin" (héroe de la Resistencia francesa), vi jugando Petanque (un juego de bolas mortalmente aburridor, símbolo de lo más arcaico y tradicional aquí) a un grupo de extranjeros de origen árabe.
Frente a ellos, un conductor de un camión, negro y quizá extranjero, iba escuchando a todo volumen zouk mientras un par de jóvenes orientales bailaban en sus patines al ritmo de esa música cadenciosa. Es la imagen de una Francia en la que conviven sin mayores contratiempos, gentes de diferentes colores, religiones y costumbres. Una Francia a la que atormenta la Derecha y la extrema Derecha, que ya no tienen muchas diferencias entre sí.
Pedro Escudriñez
París