La frontera del lobo - Sarah Hall

Publicado el 22 febrero 2017 por Elpajaroverde
"Se acuerda de Moll y Tungsteno, de todos los animales con los que ha trabajado. Ellos lo saben perfectamente. O una parte de su organismo lo sabe, y no se hacen preguntas.[...]¿De qué le sirve tener facultades superiores?, piensa, mientras pone el intermitente y sale a la carretera. Cognición e inventiva, el motor de combustión interna, los limpiaparabrisas intermitentes, los tratados de paz y la poesía, los pulgares del Homo sapiens y su capacidad de habla. Pone en marcha los limpiaparabrisas a la máxima velocidad y vuelve a la finca bajo la intensa lluvia."
¿De qué sirve, de qué sirve? Tanta supremacía animal y nos sentimos indefensos ante la más natural contrariedad. Nos falta instinto, esa sabiduría ancestral innata heredada generación tras generación. Nos sobran preguntas. Nos falta despojarnos de todo lo superfluo que hemos construido en años de evolución. Nos sobra todo lo que nos impide sentirnos, observarnos, escucharnos. No es de extrañar que la manera que tienen de conducirse los animales salvajes en la naturaleza nos tenga completamente fascinados.

Fascinación, eso es lo que sintió Rachel la primera vez que vio a un lobo en Cumbria, su tierra natal, siendo aún una niña. Reconocimiento, tal vez, o quizás atracción por complementariedad, por oposición. En este caso, Rachel seguirá su instinto y con él ese hilo invisible de unión. Estudiará, se buscará la vida, trabajará. Es ya una mujer adulta cuando se encuentra trabajando en un proyecto de investigación y protección de una manada de lobos en una reserva india en Idaho. Hasta allí le llega una más que interesante propuesta de un rico aristócrata y político del Reino Unido. Le ofrece dirigir un proyecto para reintroducir el lobo en los campos británicos, concretamente en su Cumbria natal. La oferta es tentadora pero, aunque Rachel se traslada unos días para conocer el proyecto de primera mano, hay algo en él y en su mecenas que le parece irreal, poco factible, que no la convence. También pesan en su decisión sus relaciones familiares que están anquilosadas y que tal vez sea mejor no reanudar: una madre que siempre ha sentido extraña y con la que ha sido complicado entenderse y un hermanastro con el que la comunicación no es todo lo fluida que cabría esperar. Rechazará el ofrecimiento e incluso regresará a Idaho en un primer momento. Pero la vida empuja, nos vira y nos obliga a cruzar las puertas que hemos cerrado, las fronteras que hemos trazado para defendernos sin darnos cuenta de que la huida no salva sino retrasa, que en algún momento hay que detenerse, volver y enfrentar a ambos lados del espejo pasado y presente para poder construir un futuro.
La descripción de ese primer encuentro de Rachel con un lobo es bella y, nuevamente, fascinante. Habrá más momentos así, no sólo referentes a los lobos sino a la naturaleza en general, a veces tranquila, otras, salvaje. Porque no, la vida salvaje no es tan benévola como he querido dar a entender al comienzo de esta reseña. A veces es cruel, enigmática, pero nos parece más sencilla porque las reglas del juego son más claras, más limpias, y se cumplen. Y es esa contraposición entre blancura y oscuridad, esa contradicción, lo que la hace real, auténtica, bella.
La prosa de Sarah Hall es también un poco así: afilada, incisiva, directa, pero rica y cargada de recovecos y matices. Ha sido todo un hallazgo para mí esta escritora británica y, sin duda, a partir de ahora le seguiré la pista de cerca. Todo en su narración es impecable, todo fluye, es compleja pero nos subyuga con su poder hipnótico.
Hall nos orquesta una historia en la que Rachel, si bien no está sola, es la protagonista indiscutible. No es la narradora pero vemos a través de sus ojos, escuchamos por sus oídos, sentimos bajo su piel. Son sus diálogos, sus reflexiones, sus sentimientos los que construyen este libro; aquello de lo que se percata y lo que esto lleva escondido detrás.
"Y es esta mirada lo que convence a Rachel de que hay algo más, algo muy real detrás del silencio. Lo que no se dice siempre hace más ruido que lo que se declara."
El resto de personajes de esta historia ayudan a dar consistencia a la trama. Ni de unos ni de la otra quiero contaros demasiado; yo me lancé a esta historia a ciegas y quiero brindaros la misma experiencia. Tan solo apuntaré, respecto a los personajes, que vuelve a reinar la complejidad, el enigma y la contradicción, pero que también los hay que aceptan las circunstancias con templanza y brazos abiertos, de esas personas que aligeran y allanan el camino. Sin embargo, las relaciones humanas nunca son sencillas, o tal vez seamos nosotros los que las complicamos.
"El amor en ese tipo de situaciones rara vez es real. El sexo es el motor que exalta y destruye a la gente, el sexo y la frustración. El amor es eso por lo que la gente cree que merece la pena seguir la senda de la ruina."

Grasmere Lake Reflections. Fotografía de Graeme Darbyshire


Y así, bajo sombras lobunas y con una lucidez arrolladora, este libro lo que hace es indagar en la naturaleza humana y en las fronteras que debemos cruzar para conformar nuestra identidad. Por eso no creo que sea casual ese juego de criar lobos en libertad pero viviendo en semicautividad, ni tampoco que se escoja un estado límite de Estados Unidos para acoger a Rachel, ni que desde su tierra natal a la que regresa se atisbe costa irlandesa o que en la trama se coquetee con la independencia de Escocia.
La misma Rachel cruza una frontera autoimpuesta para regresar al hogar que nunca tuvo. Va hacia lo salvaje, lo desconocido, las arenas movedizas. Reconciliarse con el pasado, agarrar los nuevos lazos que nos tienden, todo forma parte del proceso de bajar defensas, derruir barreras y reconstruirse. Y aceptar la vida. Ya se sabe que la vida da y quita.
"Rachel no se engaña, como ha hecho durante años, no piensa que a los hombres les atraiga su indiferencia, su frialdad, que les resulte más cómodo, que se sientan menos comprometidos. Lo cierto es que ellos no tardan en darse cuenta de que su actitud obedece a algo distinto: un temor, un defecto, una carencia. Por fin, [...] simplemente porque las coordenadas de su vida han cambiado, parece que este juego ha terminado. Se siente descubierta."
Termino el libro y me siento así, como si me hubiesen quitado algo abruptamente. Tal vez porque estaba realmente absorta y (siento reiterarme) fascinada con la lectura; tal vez porque siento que le faltaba alguna página final. Pero no, la historia es la que es. Podría haber sido otra. La autora podría haber tomado otro derrotero, retorcer y entretejer las múltiples tramas de esta historia de otra manera; todas hubiesen sido factibles, todas hubiesen sido reales y, además, tengo la impresión de que nos hubiesen llevado por donde nos hubiesen llevado el viaje hubiese sido igual de enriquecedor. Pero la historia que decidió contarnos es ésta y termina justo como ha de terminar. El resto, es la vida siguiendo su curso.
"De pronto todo parece innecesario. No hay herida. La única herida es la vida, que se reproduce con tanta imprudencia, a sabiendas de que nunca estará a salvo, nunca perdurará; solamente será real."

Derwent Water [EXPLORED]. Fotografía de Ian Livesey


Ficha del libro: 
Título: La frontera del lobo
Autora: Sarah Hall
Traductora: Catalina Martínez Muñoz
Editorial: Alianza
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 424
ISBN: 978-84-9104-502-1