La fuente de oro

Publicado el 16 marzo 2016 por Aleon @Aleonpizarro
de Juan Pedro Cosano.

Título: La fuente de oro.Autor: Juan Pedro Cosano.Editorial: Espasa, 2016.Páginas: 600.
Resumen oficial.
Una sociedad tan opulenta como hermética. Un amor que desafió las convenciones. Un Downton Abbey a la española.
Jerez de la Frontera, años treinta: Juan Pedro Cosano, extraordinario conocedor de la ciudad, ofrece una novela con aliento épico y aires del melodrama más clásico. Sus protagonistas son el carismático Beltrán de la Cueva, heredero de una de las sagas de bodegueros más importantes, y Lele Gavilán, una muchacha de extracción humilde y extraordinaria belleza. Los dos jóvenes son víctimas de un flechazo que les arrastra a una pasión prohibida, a un destino que, atendiendo a su época, parece tener sus capítulos ya escritos: Beltrán puede permitirse tener una amante a la vez que está prometido con una aristócrata de rancia alcurnia, mientras que Lele está condenada a una vida de mantenida de lujo.
Sin embargo, de forma insospechada el curso de los acontecimientos dará un giro inesperado, movido por el viento a la historia y sus dramáticas circunstancias pero, sobre todo, por causa del carácter indomable y gentil de Lele.
Impresión personal.
La verdad es que esta vez el título de una novela, que fue lo que me llamó la atención de ésta, me ha hecho disfrutar de lo lindo de una historia preciosa y dura, de una ambientación estupenda y de unos personajes perfectamente creíbles en la época en la que se desarrolla la historia.
Juan Pedro Cosano, autor al que le seguiré desde ya la pista, nos coloca en la España de los años 30. En concreto entre 1929 y 1940, se estructuran las partes y capítulos de su historia. Una España convulsa, sujeta a cambios continuos y cambiantes de un año a otro y llenos de tragedias y, sobre todo, de sangre entre ciudadanos de un mismo país. El autor nos muestra este devenir en Jerez, aunque también nos llevará a Madrid y Sevilla e, incluso, fugazmente a Gibraltar. Pero sobre todo Jerez, un Jerez costumbrista con una profunda brecha social entre pobres (pueblo) y ricos (señoritos), el papel de cada uno de ellos, la sumisión de los primeros ante los segundos y los años (o meses escasos) de rebeldía social donde sindicalistas, anarquistas y las gentes de izquierda comienzan a reivindicar salarios más dignos, horarios menos explotadores y trabajo, sobre todo, para los hombres (que son los que deben llevar el pan a casa en esta época). El autor nos va mostrando a lo largo de toda la historia la situación social y política del momento en un Jerez dominado por una clase alta de bodegueros (Beaumont, Domecq, González-Byass, Palomino, etc), la iglesia como garante de unas costumbres retrógradas, sobre todo para las mujeres y las fuerzas del orden, en esta época nada exentas de corrupción y de intereses donde las derechas se llevan la "palma". Por otro lado, el pueblo. Un pueblo lleno de jornaleros que trabajan a destajo en las viñas en unas condiciones de semi-esclavitud o en las bodegas en distintas profesiones, algunas ya extintas como los arrumbadores, o en los negocios del propio municipio como camareros, lecheros, criados, chóferes, etc. La mayor parte de las mujeres eran amas de casa y las que trabajaban lo hacían de criadas, planchadoras, cocineras, bordadoras, etc. Un pueblo que vivía con una economía de subsistencia donde las amas de casas hacían milagros con guisos improvisados con los alimentos más baratos.
Si a esta crítica y polarizada situación social se le une la incertidumbre política, resultados contradictorios en las elecciones y la subida al poder de republicanos y partidos de izquierda, no es de extrañar que el ejército con Franco a la cabeza, dé su famoso golpe de Estado y nos meta en una Guerra Civil para que todo este estatus se mantenga y nada cambie para bien de las clases dominantes de la época. Todo este devenír histórico tan complejo, lo recrea perfectamente el autor en la novela. En muchas ocasiones, al comienzo de algunos capítulos para, posteriormente, continuar con la historia más directa de los personajes, lo cual ayuda mucho a la hora de situarte en el época histórica de que se trata con cambios que ocurren por meses, incluso.
El autor nos coloca ante dos historias que transcurren en paralelo y que se van alternando casi siempre por capítulos. Por una lado, la parte que se refiere a Beltrán de la Cueva, el señorito, el bodeguero rico que regenta el negocio familiar de Bodegas Beaumont, bien y decentemente casado con Sonsoles Domeq. Y, por otro, la historia que nos acerca a la plebeya, Lele Gavilán, criada primero y empleada de la bodega después, que aspira como casi todas las mujeres de la época a tener un buen hombre y una buena familia con lo básico para vivir feliz, novia de un inquieto cenetista, Antonio Barea. Dos historias que confluyen, se separan, confluyen en todo el maremagnum que acontece a su alrededor. Dos historias, sin duda, emocionantes, injustas, duras, llenas de sentimientos no reconocidos que se pierden en la costumbre de la época tan restrictiva en que la viven. Una historia de amor que merece ser leída, y os lo cuenta una, cómo sabéis, nada romántica.
Aparte de la historia, de la época y del lugar, el autor dibuja unos personajes contundentes. No importa si compartes o no lo que hacen en cada momento. Son fruto de su época. Pero no puedes dejar de identificarte con ellos, de sufrir con ellos y de desearles que al final el sentido común gane. Por un lado, tenemos a Beltrán de la Cueva, un joven rico que ha de abandonar sus estudios en Madrid, y con ello sus juergas y su vida ligera, para hacerse cargo de la bodega que preside su padre, Bodegas Beaumont, un negocio familiar de tíos, primos, cuñados, una familia que esconde más lados oscuros que los puramente empresariales. Beltrán consigue con información privilegiada, hacerse con la mayoría de las acciones de la bodega y veremos con el paso de los años cómo evoluciona desde ser un joven alocado y despreocupado a un empresario responsable e innovador que hace crecer el negocio aliándose con los Domeq (mediante boda), con las autoridades (financiando a las derechas) y con las fuerzas del orden (con comisiones por servicios prestados). Podremos o no estar de acuerdo con sus decisiones y sus tejemanejes, pero lo cierto es que en ese lugar y en esa época, pocas cosas diferentes puede hacer si quiere mantener su estatus y, sobre todo, mantener y hacer crecer el negocio familiar. Evidentemente, su ámbito de relaciones se centra en personajes de su misma clase social. Su mujer Sonsoles Domeq, un personaje tierno que acepta sumisamente, aunque no quiera, las convenciones destinadas a la mujeres de su época (crianza de hijos y cuidado de la familia y la casa. Casi como la Infanta en el siglo XXI). El secretario de Mola y el Comisario de Jerez, dos intrigantes que manejan a la perfección la información, una información clave que siempre tiene un precio en dinero o en vidas humanas. Maravillas, la prima de Beltrán, enamorada de éste, manipuladora y transgresora, aunque en la sombras, de las convenciones sociales.
La otra gran protagonista es Lele Gavilan, hija de un camarero del Casino Jerezano, criada primero y trabajadora de la bodega después, que vive "enamorada" de un anarquista fanático, Antonio Barea. A Lele la vemos evolucionar también a lo largo de la novela aunque quizá su forma de ver la vida y su nivel de exigencia respecto de ella apenas cambia a pesar de partir de una falta de medios y dinero casi para subsistir y ayudar a su familia hasta llegar a tener dinero de sobra para considerarse una mujer con recursos y rica. No obstante, no es el dinero ni la riqueza, ni la abundancia de joyas, vestidos o posibilidades lo que la hace feliz. Ella sigue aspirando a una familia, a un gran amor a su lado que alivie la soledad y que llene el vacío que significa la abundancia material. Me ha gustado sobre todo su lealtad a sus principios, a su familia humilde, a su padre y a su primer novio a pesar de que todos, menos su madre, le dan de lado y la abandonan. Nunca dejará de luchar por los suyos y ello, en parte, estará en la base de las decisiones que toma en la novela.
No os cuento más. Sinceramente, La fuente de oro es un libro como el vino que destila, embriagador, embaucador y dulce. Cómo esos vinos que te dejan un excelente sabor de boca y cuya botella te sabe a poco. Me gustaría seguir sabiendo qué fue posteriormente de Beltrán y Lele, de la bodega, de sus familias. Una novela entrañable escrita con maestría por un autor al que seguiré la pista. No os la perdáis.