Nuestra visión de los eventos del día a día, respecto de las personas y los acontecimientos, es teñida por nuestras convicciones internas. Esto no quiere decir que no haya una realidad en sí misma allí fuera, que es y será, más allá de la visión que yo logre de ella. Pero, ¿qué es lo que hace que algo que es correcto para mí, sea erróneo para otros? Nuestro héroe es el enemigo de otra persona. Nuestra solución a un problema resulta una complicación adicional al problema a los ojos de otro.
Probablemente muchos de ustedes ya hayan compartido la imagen que copio a continuación en algún taller o seminario… o simplemente navegando por internet o leyendo un libro. Me sirve como ejemplo práctico a lo que quiero contarles. ¿Qué es lo que ven en esta imagen? No puedo escuchar sus respuestas ahora, pero he compartido la misma imagen en diversos talleres, clases, seminarios y presentaciones. El resultado es siempre el mismo: no todos tenemos la misma visión, de una misma y única imagen. Muchos ven a la joven dama con actitud altiva. Otros, la anciana. En un primer instante suelen generarse discusiones, cada uno defendiendo lo que está viendo. Después de un período de comunicación inútil, una u otra persona señalará el collar de la dama, mientras que otro afirmaría: “No, ¡esa es la boca de la anciana!”
El análisis de esta imagen nos demuestra claramente que dos personas pueden mirar lo mismo, disentir, y sin embargo estar ambas en lo cierto. Pero sólo lo descubriremos cuando nos tomemos el trabajo de intentar ponernos en lugar del otro y entender porqué está viendo algo diferente… tratar de ver con sus ojos. Allí lograremos el entendimiento: a través de una comunicación calma, respetuosa y específica cada persona percibirá finalmente el punto de vista del otro.
De todas formas, podemos alejarnos un rato de la imagen, y al volver a ella… tenderemos a ver la imagen percibida en el primer momento.
¿A qué se debe este condicionamiento? Es la influencia de nuestro entorno, de nuestra familia, nuestros amigos, de nuestra propia experiencia de vida. Todo esto condiciona nuestra percepción del mundo que nos rodea. Es importante hacernos conscientes de este hecho, ya que nuestros paradigmas, correctos o no, son el origen de nuestras actitudes, nuestros comportamientos y, en última instancia, afectan nuestra relación con otras personas.