LA FUERZA VOLCÁNICA DE TOMÁS CHISCANO
Cuando a mediados de los años setenta del pasado siglo se desarrolló una intensa actividad cultural, literaria, por parte de los poetas extremeños de dentro de la región y de los distintos lugares de asentamiento de nuestra emigración, una de las voces que irrumpió con fuerza sería la de Tomás Chiscano Andújar.Tomás Chiscano, un maestro de Educación Primaria con destino entonces en Euskadi, comenzó una intensa actividad inaugurada con el Primer Premio “Lecturas” (Barcelona) en 1975 y otro Primer Premio en su localidad de nacimiento, Villanueva de la Serena, el mismo año. Después sería finalista de los I, III y IV Premio de Narraciones Cortas “Antonio García-Orio Zabala” del periódico HOY (1981, 1983 y 1984), y a continuación otros más en esa década.Pero no fue hasta los primeros años del siglo actual cuando vio publicados sus libros de poemas (siete con el actual, “Sensaciones Vitales”, más un libro de relatos cortos, una novela y una investigación del vocabulario de su ciudad, “Vocabulario Serón”, con dos ediciones, en 2007 y 2008.En toda su producción resalta el apasionamiento por las temáticas que trata, y en su poesía particularmente esa fuerza volcánica que arrasa en unos versos generalmente libres en su forma y aún más en su fondo, dispuesto siempre a la denuncia, a poner el dedo en la llaga de lo que considera injusto.Por todo ello, en estas Sensaciones Vitales, se hace constante su denuncia genérica: Nada importa./ Sólo el vasallaje/ de las respuestas,/ las inclinaciones de cabezas,/ el arrodillamiento ante el señor/ que todo lo manda,/ que todo lo puede,/ que todo lo ordeña,/ que todo lo chupa,/ que todo lo mancha,/ que todo lo escupe,/ que todo lo ignora (pág. 25). Mas también la más concreta: La noticia localista, impregnada de falsedad,/ surcaba el cielo de la nada./ Era desolador, lo más cercano,/ lo más necesario,/ siempre tiene que acabar/ en la mentira (pág. 31).