Me marcho hoy mismo de este cuerpo,
de este alma cansada, y me despido de mi sombra y de su recuerdo.Ligera marcho, y ligera quedo..Os dejo aquí en este entierro,mientras marcho con el aire, y a sus alas encaramada beso el incansable vuelo del vencejo.
Sopla el viento entre mis paredes,
libre como alma y ligero como cielo.Y mis tres metros de libertad se me hacen anchos prados verdes,se me hacen amaneceres naranjas, y anocheceres rosas de lunas caramelo.Ya no me sirven tus cadenas, las mías quiero de terciopelo, que no conocen el frío del hierro, y no me seducen más tus mentiras, ni tus alaridos locos de invierno.Allá sobre las nubes blancas de mi soledad, madre, alfa y omega de todo lo bueno, no se puede escuchar tu catecismo, ni la ridícula dictadura de tu enanismoque siembra odio sobre la tierraque plácida habitaba en silencio.Libre yo entre mis paredes, quiero, y preso tú, entre tus hinojos viejos.