LAS NOCHES DE LOS MUERTOS VIVIENTES
Para H, quien, posiblemente, nunca lea esto.
Mi cerebro está licuado desde entonces. La vida era eso y no una mala parábola de cualquier profeta. Te debo el conocimiento de la verdad. El descubrimiento de la Luna.Esas noches decidí aventurarme contigo: Atravesamos pasos de cebra, bañamos en alcohol nuestros cuerpos, nos fumamos las estrellas y nos comimos la felicidad. En la falsa sordidez de aquel parque abarrotado de muertos vivientes practicamos coitos increíbles con meretrices desechables (¿O eran princesas?).Fue la época del neón y el sudor, de creernos coyotes aullando al satélite que nos insuflaba la vida.Lo bueno,, breve. Así fue. El sol nos golpeó de repente. El camino se bifurcó y ahora sé que tú tienes una vida y yo sigo buscando el sentido a la gran mentira en la que todos estamos sumergidos.Recuerdo la despedida. Me estaba, de nuevo, convirtiendo en zombi mientras a ti te la chupaba un venezolano (¿O era una princesa?).
Andrés Ramón Pérez Blanco, el Kebran.