“la gallega”. origen de la nacionalidad de c. colón

Por Fernando Alonso Conchouso @ColonGalego

“LA GALLEGA”. “LA MARIGALANTE”.  “GUANAHANI” Y “SAN SALVADOR”.

En estos días termino de dar fin a uno de tantos libros que suelen escribirse sobre la vida y el origen de nacionalidad del gran Almirante gallego, Cristóbal Colón.

Se dice, y esto es ya voz corriente en todos los ámbitos del universo, que cierta potencia extranjera tiene diseminadas por el mundo entero legiones de individuos dispuestos única y exclusivamente para que se encarguen de propagar sus ideologías políticas a cambio del pago de muy buenas ?????. Hay quienes inclusive han vendido su patrimonio nacional a los agentes de esa potencia ante el brillo reluciente del maldito oro. De ello hemos tenido noticias casi a diario, y ello ha suscitado grandes trastornos políticos en muchas naciones de este pícaro mundo.

Pues bien, nosotros los gallegos, y digo los gallegos más que los españoles ya que es a nosotros a quienes pertenece defender nuestro patrimonio y nuestras cosas con dientes y uñas, tenemos que terminar por pensar que alguien hay entre sombras que paga a muy buen precio a toda esa serie de historiadores y escritores que sin escrúpulos de ninguna clase pretenden bajo todas las formas, negarnos el patrimonio y la nacionalidad del gran descubridor del Nuevo Mundo.

Hace ya varios años yo conversaba detenidamente con el ilustre filántropo don Ramón Peinador, uno de los hombres que más hizo por la difusión de las obras del inmortal escritor don Celso García de la Riega.

De sus palabras supe yo recoger excelentes datos que me sirvieron en muchas oportunidades para salir como salgo hoy a la prensa en defensa de uno de los más primordiales intereses de Galicia.

Cuando Cristóbal Colón falleció, su hijo Diego reclamó en herencia los títulos, privilegios y propiedades de las Capitulaciones de Santa Fe. El Rey don Fernando se opuso a dicho pedido y fue así como se inició el famoso pleito de los Colón que se falló muchos años después, allá por el 1536, otorgándoseles a los herederos del gran Almirante los títulos nobiliarios de Duques de Veragua y Marqueses de Jamaica, con los cuales se les reconocía la propiedad de importantes tierras en el nuevo continente, además de otros reconocimientos que se les hacía  en favor de los mismos.

Extraña muchísimo que ese hijo de Colón se llamase Diego y no llevase un nombre italiano, como extraña también que en los títulos otorgados no se mencionase un arraigo de descendencia italiana o portuguesa ya que son estos pueblos a los que los señores historiadores dan la patria de Colón.

A Cristóbal Colón se le da como caminando por todos los lugares de Europa menos por Galicia, y extraña enormemente una coincidencia de las palabras surgidas del gran Almirante a una pregunta hecha por el Escribano Mayor del Reino don Luis de Santángel cuando Colón había fracasado por culpa de la incomprensión de la Junta de Sabios reunida a pedido de los Reyes Católicos para resolver en definitiva la propuesta del inmortal gallego.

Sabemos que Colón después de mucho caminar de un pueblo para otro, llegó al pequeño convento de La Rábida, y que allí fue donde encontró el camino que habría de culminar con su brillante idea. Llevado a Palacio, los Reyes propusieron que las ideas del gran navegante fueran sometidas a la consideración de una Junta de Sabios en Salamanca, quienes después de estudiarlas, las consideraron impracticables. Pero Colón no desmayó en sus intentos, contaba con el apoyo incondicional del Duque de Medinacelli, y en un momento de lucidez del entonces Escribano Mayor de Palacio, don Luis de Santángel, persona muy rica y de gran influencia, salvó la causa de Colón cuando todo parecía definitivamente perdido.

Y he aquí una gran coincidencia que los señores historiadores y escritores pretenden dejar oculta bajo todos los aspectos.

Cuando don Luis de Santángel le dijo a Colón que sus ideas iban a tener realización, entre muchas preguntas le solicitó que le dijera en qué clase de embarcación tenía pensado realizar su magna proeza. Colón, sin vacilar un solo instante, le respondió: “yo conozco una embarcación con la cual se puede ir a cualquier lugar, por sus excelentes condiciones de navegabilidad”. El señor de Santángel, que conocía muy bien la clase de barcos que había en España por aquel entonces, se sorprendió ante la respuesta clara y concisa del gran Almirante.

 “¿Qué barco es ése del que me habla”?. Y Colón respondió de inmediato: “La Gallega o la Marigalante, hermosa nave que fue construida en el puerto gallego de Pontevedra y que ha dado muestras de sus grandes condiciones de navegabilidad en muchísimas oportunidades”.

 Si Colón no había estado nunca antes en Galicia; si Colón por el capricho incomprensible de ciertos malos historiadores y escritores no nació en Galicia, ¿cómo era que conocía tan de cerca las condiciones de esa nave?.

A esto, como a otras muchas razones poderosas, deben responder quienes andan por esos mundos de Dios pretendiendo robarle a Galicia una de sus más grandes glorias.

Cristóbal Colón,  y no Cristofforo Colombo, era hijo nato de Portosanto; allí muy cerca de su hogar nativo estaba el puerto de Pontevedra, allí había crecido y allí había dado sus primeros pasos como navegante. Y fue precisamente esa hermosa embarcación que se había llamado “La Gallega” o la “Marigalante”, la que había de servirle a él como capitana de su gloriosa epopeya.

Si Colón era genovés y allí se había criado, ¿no habría en ese puerto una nave que pudiera haberle servido al gran Almirante para su glorioso viaje? ¿No habría allí hombres capaces para poder acompañarlo en su empresa? ¿Tuvo necesidad de que otros dos insignes españoles, como fueron Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón, fueran los capitanes de “La Pinta” y “La Niña”?.

Mal hijo de un pueblo tiene que ser quien en una empresa tan gloriosa se olvide de su suelo natal en todos los órdenes; pues aparte de que Colón prescindió bajo todos los aspectos de hacerse acompañar por gentes que no fueran españoles, tampoco tuvo un solo gesto de recordarse de esa Génova que le dan como patrimonio para dedicarle un solo pedazo de tierra a esa nación.

Ya sabemos lo que dicen y lo que piensan muchos de los historiadores y escritores: Colón lo dedicó todo a España porque había sido quien lo había puesto en el camino de su gran aventura. Pero, desde el Puerto de Palos de Moguer hasta el último rincón de América, Colón sólo pensó en su verdadera patria, en España, y más que en España, en su suelo natal de Galicia. Ahí están como testigos mudos pedazo por pedazo de tierra conquistado; ahí está San Salvador, primer lugar de su arribo al nuevo continente llevando el nombre de su parroquia natal, la de San Salvador de Poio, en cuyos contornos nació quien tanto se discute todavía hoy a través de los siglos.

Nada de nombres italianos ni portugueses, ni en sus conquistas ni en su familia, nada que pueda justificar todo cuanto muchos asalariados pretenden escribir para menospreciar las glorias de España.

Ni un solo hombre de su tripulación que no fuera español, ni ninguna de las naves que no fueran hechas en España; y la grandeza de una raza que no sabe de claudicaciones, “La Gallega” o la “Marigalante” hecha en puerto pontevedrés, capitana gloriosa de la magna expedición que culminó con el descubrimiento de América, con ese imperecedero día 12 de octubre que se llama “Día de la Raza”, y que se seguirá llamando pese a que alguien pretenda llamarle Columbus Day. Lo que los demás puedan decir y mucho más cuando lo dicen personas ajenas por completo a nuestros sentimientos de raza e ideología, nos tiene muy sin cuidado a todos los españoles. España es demasiado grande para que un señor pretenda querer instituir en la Historia del Mundo una nueva modalidad al “Día de la Raza”.

España fue y sigue siendo vientre fecundo que da hijos para llevar la cultura y el progreso a muchos pueblos. Sabemos muy bien los españoles por quiénes somos perseguidos, y sin saber cuáles son las causas que les conciernen a esos otros ciudadanos que no son de nuestra raza, vienen a meterse en nuestra casa, en nuestras instituciones, e inclusive pretenden muchas veces apoderarse de ellas sin darse cuenta que los españoles somos condescendientes y brindamos la hospitalidad a manos llenas, pero tenemos el suficiente valor cuando llega la oportunidad, para expresar nuestro sentir y nuestros derechos.

Cristóbal Colón fue y sigue siendo motivo de discordia por parte de los incomprensibles, pero si para ciertos obcecados Colón no había nacido en España, sepan esos señores que Colón iba acompañado por más de un centenar de españoles, y que fueron los Reyes de España quienes hicieron posible el descubrimiento del Nuevo Mundo.

¿Querrán también robarnos esos derechos algunos historiadores y escritores? Nada puede ya tomarnos de sorpresa; un día de éstos alguien nos brindará unas páginas en que nos digan que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón son nacidos en otro lugar que no era España, y que fueron llevados allí por obra de la casualidad. A España se le roban así sus privilegios y sus glorias; a España se la tilda de muchas cosas infames, sin darse cuenta esos señores que de tal la tildan, que España no es un pueblo de esclavos porque España sabe morir desangrándose en defensa de sus virtudes y de sus glorias.

Que sigan los asalariados escribiendo miles de páginas propagando a todos los vientos la incierta nacionalidad de Cristóbal Colón. Galicia, y con Galicia está España en pie dispuesta a justificar la nacionalidad del gran Almirante, que sigan ciertas potencias extranjeras ajenas al sentimiento de grandeza de España instituyendo el Columbus Day y otras cosas más pretendiendo borrar de la historia el Día de la Raza. América latina, la verdadera América sabe muy bien de la historia gloriosa de nuestro pueblo, de ese pueblo en que no hay que mezclar para nada ideologías políticas ni religiosas para sacarle grandezas; nosotros, los que hemos nacido a las orillas de las costas de las Rías Bajas gallegas, sabemos muy bien de las enormes virtudes de nuestro pueblo y de la hospitalidad generosa de los pueblos llenos de nobleza como el Uruguay, fortalecemos nuestro espíritu de lucha en procura de defender lo que otros pretenden arrebatarnos.

Que tengan muy en cuenta quienes tanto daño nos hacen, estas humildes líneas que no saben sino expresar la verdad, porque la verdad fue también la respuesta de Colón a Luis de Santángel cuando éste le preguntó en qué clase de embarcación iba a realizar su gloriosa jornada.

Cristóbal Colón había caminado mucho según los historiadores, pero Cristóbal Colón no conocía otra embarcación que reuniese las condiciones de “La Gallega” para su magna empresa. ¿No es esto una casualidad? Quizás lo sea para quienes hacen hincapié en negar a Portosanto como lugar de nacimiento del gran Almirante, pero vuelvo a repetir que los hechos nos ponen frente a la realidad.

Guanahani, primitivo lugar donde arribaron las tres gloriosas carabelas, era una isla que los primitivos llamaban así; y Colón de inmediato le cambió el nombre por el de San Salvador. ¿No tenía acaso otro nombre en su mente el ilustre navegante que no fuera ese?.

Se piensa en la patria cuanto más alejado se está de ella, y a Colón le dieron verdadera nacionalidad “La Gallega”, cuando don Luis de Santángel le hizo la pregunta en qué iba a navegar y luego más tarde el glorioso 12 de octubre de 1492, el primer pedazo de tierra del Nuevo Continente.

Serán éstas casualidades, pero la historia nos ha dejado a los españoles esas dos coincidencias que nos hablan más que de sobra y nos dicen con toda veracidad cuál era la verdadera patria de Cristóbal Colón.

Eduardo García del Río

 “Los Españoles en el Uruguay”

 Montevideo, 6 de febrero de 1953