En ocasiones acudimos a un restaurante con altas expectativas que pueden, o no, confirmarse; otras veces es al contrario, un sitio nos sorprende gratamente y finalmente hay una tercera posibilidad, que es la que nos ocurre cuando vamos a un sitio sin ideas preconcebidas y con la mente como un lienzo en blanco en el que un chef y su equipo puedan jugar.
Y Chema jugó con nosotros a lo grande, a pesar de que nos picaba la curiosidad desde que vimos el post que le dedicaron los chicos de Salivando y como sabemos que tienen buen ojo, allí fuimos.
¿Y quién es Chema?, pues es alguien que tiene las ideas muy claras, la mente creativa y uno de los locales, la Gastrocroquetería de Chema, más inteligentes y mejor montados que éste poco humilde cronista ha conocido.
Chema Soler (valenciano, como su apellido parece indicar) profundiza en el concepto de la tapa y utiliza la croqueta, algo absolutamente español, para articular una barbaridad de ideas para disfrute de sus clientes.
El local:
Enclavado en una zona que se está convirtiendo en referencia gastronómica en Madrid, a un paso de la Gran Vía y de Malasaña, nos muestra tres ambientes bien diferenciados que no ofrecen ninguna duda de lo que allí vas a encontrar.
Por orden de entrada, desde la calle accedes al Bar y a un espacio dónde tu instinto te dice lo que has de hacer: tapear.
Más adelante hay mesas y la zona se denomina La Factoría de Tapas, para deleite de los antiguos clientes que ya conocían el restaurante cuando ocupaba un local mucho más pequeño en la Calle Segovia.
Finalmente, al fondo del espacio y antes de la cocina aparece El Atelier, un rincón gastronómico en el que se puede, muy relajadamente, disfrutar de la versión más creativa que la carta de la Gastrocroquetería nos ofrece.
Y allí es dónde fuimos.
La carta:
Divertida, atractiva, original, sorprendente.... en fin, es una carta sobresaliente que se complementa con la carta de vinos más original y, a la vez, lógica que he visto, pues ordena los vinos no sólo por "color" o Denominaciones de origen, sino que, los ofrece temáticamente con apartados como: "Para los clásicos", " Para la primera cita", etc... pero es que encima, coincido totalmente con los clasificación que hace y, por cierto, en este restaurante de Madrid, sí hay vino de Madrid.
Puedes pedir cualquier referencia de la carta o decantarte por un menú degustación. Tienen dos, uno a 28 € por persona, denominado "Menú degustación tapas selectas" y otro más especial: "Menú degustación Umami" a 38 €.
Nosotros elegimos la primera opción y no nos arrepentimos. La relación calidad / precio / experiencia fue magnífica.
La cocina:
Creativa, original y vistosa. Quizá algún plato nos pareció demasiado sustancioso, pero puede que no fuera un problema del plato en sí, sino de su integración en el menú.
Sabores tradicionales que conjugan con otros de aire oriental. Utiliza el miso y la tinta y antes te sirve un ceviche de vieiras; sutil, fresco, perfecto.
O un royal de boletus:
De matrícula el turrón de foie sobre espuma de almendra frita; delicioso, delicado, equilibrado...
El menú va ganando en potencia y quizá fue en las combinaciones tierra y mar dónde menos nos convenció, pareciéndonos más complejo e interesante cuando utiliza productos marinos y juega con sabores orientales.
En cualquier caso, cada plato es una sorpresa que tiene precisión, imaginación y no satura paladares o se muestra endeble.
Para nosotros este menú volvió a ganar al final del mismo, con un carrot cake espectacular.
El servicio:
Muy correcto, amable, simpático, accesible... Déjate aconsejar a nivel de vinos, además, parece ser que siempre habrá alguno que no esté en la carta y que te pueda sorprender porque lo estén "probando".
En la cocina se adaptan a posibles alergias o intolerancias permanentes o sobrevenidas con una flexibilidad muy de agradecer.
Coclusión:
Aires nuevos para viejos hábitos, eso es la Gastrocroquetería de Chema, un lugar en el que ir de tapas con amigos o en tu primera cita, a la que podrías llevar, incluso, a comer croquetas. Algo muy difícil en cualquier otro sitio.