La gata Carmen, Jeanne Augier y el Hotel Negresco

Por Nazarinasociacion

Jeanne Augier y el portero del Negresco

El hotel Negresco, cuyas cuatro fachadas, los tejados y el hall de entrada con su enorme vidriera fueron declarados monumento histórico el 13 de junio de 2003, es muy especial. Pero su peculiaridad no reside en ser un lujosísimo hotel de Niza donde se han hospedado famosos, ricos, políticos y artistas, sino porque hay un gato residente.

El Negresco poco después de su inauguración

El gato, en realidad una gata, se llama Carmen y fue recogida por el encargado del bar después de que falleciera Poussy, el anterior gato residente del Negresco. Carmen vive principalmente en el bar, donde le dan de comer lata dos veces al día detrás de la barra. Prefiere la comida para gatos a los deliciosos platos del restaurante con varias estrellas de la Guía Michelin. A veces hace una escapada hacia la sala de teléfonos, donde sabe que le guardan “caramelos” gatunos. También sale por la puerta principal y hace compañía al portero mientras husmea el aire marino que llega del otro lado del famoso Paseo de los Ingleses. Carmen, a pesar de vivir en un palacio, hace la vida normal de un gato un poco consentido.

Carmen en el bar del Negresco

Pero ¿por qué vive Carmen en el Negresco? Porque la Sra. Jeanne Augier, propietaria del hotel, que tiene ahora 92 años, adora a los animales, hasta el punto de haber legado parte de su fortuna a dos refugios. En 2009 creó el Fondo de Protección Mesnage-Augier-Negresco, que gestiona el hotel de cinco estrellas y sus bienes personales con un triple objetivo: la defensa animal, la ayuda a las personas con minusvalía y la salvaguarda del hotel y de las colecciones que contiene. En 2013, Jeanne Augier fue más allá, pidió la tutela del Estado para el Fondo y dejó su presidencia. Ahora está en manos de seis administradores escogidos por ella y de un administrador judiciario que, según exigió la Sra. Augier, no fuera de la región.

Carmen en la terraza del Negresco

El hotel Negresco fue creado por Henri Negrescu, de origen rumano, que durante años trabajó de maître para las familias más ricas en los grandes hoteles palacios europeos. Su sueño era tener su propio hotel de lujo, lo que hizo realidad con la ayuda financiera de dos magnates del automóvil, Dion-Bouton y Alexandre Darracq. La construcción se debe al arquitecto Edouard-Jean Niermans, que se había encargado del hotel Palace de Madrid, del Ritz de París y del Palace de Biarritz. Inaugurado con gran pompa el 4 de enero de 1913, parece ser que estuvieron presentes siete cabezas coronadas, nada menos. De 1914 a septiembre de 1918 fue requisado y usado como hospital militar. Ante la dificultad de conseguir las indemnizaciones necesarias para restaurarlo y por la falta de clientela, Henri Negrescu se arruinó y vendió el hotel a una empresa hotelera belga en 1920. Jean-Baptiste Mesnage lo compró en 1957 y confió la dirección a su hija Jeanne, que acababa de casarse con Paul Augier, un abogado y político de Niza.

La Sra. Augier reconoce que muchos intentaron comprarle el Negresco, entre otros un jeque de los Emiratos Árabes y Bill Gates, y a los dos les contestó lo mismo: “No tienen ustedes bastante dinero”.

Carmen y el barman

Cada año, la Sra. Augier entrega 25.000 euros a dos refugios para animales; uno se encuentra en Solenzara, Córcega, y otro en Gervasy, en el Gard. La fundación también se encargará de que ese dinero siga llegando a los refugios aunque la Sra. Augier ya no esté. En 2009 dijo: “Me enfurece saber que hay voluntarios que pasan verdaderas dificultades financieras y se sacrifican para evitar que la eutanasia sea la única solución para los animales que son abandonados al poco de haber sido adoptados. Sobre todo porque algunas asociaciones, como la SPA de París, por ejemplo, han acumulado un importante patrimonio gracias a los donativos”.

Los toros de la gruta de Lascaux

A pesar de sus años, Jeanne Augier sigue luchando contra “la barbaridad de la tauromaquia”, un combate que empezó años atrás. Hace algún tiempo que en Francia los protaurinos intentan avalar la tradición de las corridas sirviéndose de los magníficos toros de Lascaux (entre 17.000 y 18.000 a.C). En una noticia del 1 de octubre pasado, nos hemos enterado de que la dueña del Negresco escribió a la conservadora de la gruta de Lascaux pidiéndole textualmente que “rechace esta apropiación intelectual y pida a los promotores tauromáquicos que pongan fin a una amalgama que envilece la imagen de Lascaux”. Y añadía: “Quiero expresarle mi más profunda indignación ante semejante escándalo. ¿Cómo puede compararse una barbarie que degrada la imagen de Francia a una maravilla prehistórica?”