La reportera Rebeca Yankee, relata el caso de Sara R. Gallardo cuyo testimonio es un fiel reflejo del ambiente que se respira en el país. Esta joven tiene un salario de 200 euros pero sobrevive gracias a la aportación de su familia otros 200. Estas pobres ganancias le llevan a desarrollar un ‘equilibrismo presupuestario’, vive enormemente condicionada: está obligada a llevar un estilo de vida ‘low cost’. El caso de Sara es paradigmático en España, no obstante la juventud no debe nunca perder la esperanza por difícil que parezca. La espiral de pérdida de confianza y esperanza puede desembocar en frustración y hartazgo muy extendido en todo el territorio. Esto conforma un caldo de cultivo perfecto para el afloramiento de la conflictividad social.
Jóvenes en busca de un trabajo decente. /Código Nuevo
El citado informe desmenuza también los ingresos de los menores de 29 años. En el caso de los jóvenes independientes económicamente: el 85% lo hace a través de ingresos de trabajo, el 5% desarrolla su vida gracias a alguna beca o ayuda al estudio, otro 5% percibe el subsidio de desempleo o de otra índole y finalmente otro 5% sobrevive gracias a los ahorros o renta de propiedades. A lo largo de la semana un joven dispone de 73 euros destinados al gasto no obstante, en el caso de los jóvenes dependientes en términos económicos el montante se reduce hasta los 35 euros. Estamos ante una crisis económica y de valores, que ha tenido especial incidencia en la juventud. Según el propio Ignacio Calderón -Director del centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud-, los principales valores para la juventud han sufrido un cambio drástico. Actualmente valoran y practican “el esfuerzo, la rebeldía y la honestidad” debido en gran parte a la precaria situación que deben enfrentar desde el año 2008. Esta generación ha interiorizado la revisión de sus expectativas a la baja y los innumerables contratiempos que supone comenzar a trazar una trayectoria profesional.Todo lo expuesto anteriormente constituye una seria amenaza para el futuro del país. Un desempleo juvenil disparado, un desencanto generalizado por la política y una juventud incapaz de desarrollar una vida independiente… No obstante, esta situación se puede revertir, es la hora de hacer políticas juveniles de manera responsable. La Garantía Juvenil aunque insuficiente, puede ser un buen comienzo para continuar con más y mejores políticas de inserción laboral para los jóvenes. No basta con destinar partidas presupuestarias, se deben gestionar y aplicar con criterio; para incorporar así al mercado de trabajo, a una generación muy preparada y deseosa de aportar valor en los nuevos proyectos que se lleven a cabo.