LA INSTRUCCIÓN NOS HACE SABIOS O MEDIOSABIOS. LA EDUCACIÓN NOS HACE PERSONAS. Gibbon
Uno de los mayores fracasos económicos, además de educativos, lo constituye ese 40% de jóvenes que no trabajan y ese 20% que ni siquiera se forma. Son cifras que demuestran un desperdicio de capital humano de gran valor al que se le suman factores sicológicos como el desánimo, pérdida de autoestima o la desilusión por emprender proyectos personales ante la manifiesta falta de oportunidades. De hecho, se da la paradoja de que la generación mejor formada de este país se queda muy lejos de los parámetros que debieran ser desesables.
Sólo los muy capaces. Aquellos que estando formados además están dispuestos a formar parte de los planes de las empresas, son quienes, sin ninguna garantía de empleo estable, pueden acceder al mercado laboral. Y surge el interrogante de si tanto esfuerzo compensa. Las estadísticas dicen que la capacitación académica no garantiza un empleo, pero sí que ayuda a conseguirlo, aunque no sea donde uno desea. Pero en la actualidad el aval de los estudios no es suficiente si no se acompaña de un optimismo vital que venga acompañado de ganas por hacer cosas con un alto sentido de la responsabilidad. Y donde se asimile que sin esfuerzo seguramente no habrá recompensa.
Para sacar adelante a esta generación perdida no sólo será suficiente con dotarla de una formación específica. Serán ellos quienes tengan que comprender que es su responsabilidad formarse y estar alerta a las oportunidades que ofrezca el mercado. Será importante que aprendan a tener ideas innovadoras y huir del acomodo. Tendrán que ser críticos y seguros de sí mismos, y pensar en el autoempleo como una posibilidad laboral seria, sin olvidar que el mercado necesita contratar a los mejores. Esta generación que ni trabaja ni estudia tendrá que formarse y pensar en la excelencia como objetivo de su quehacer productivo.
Los consumidores cada vez demandan más calidad y es ahí donde el trabajador y empleador deben ser sofisticados ofreciendo valor añadido a sus productos. Si quieren ser competitivos deberán retornar a las aulas y reemprender el camino de la formación. Tendrán que olvidar aquellos trabajos fáciles y bien remunerados en sectores como el de la construcción y poner todos sus sentidos en el esfuerzo y la capacitación laboral. Les va el futuro y nos va a todos.