En estos días si algo es común es la doble moral, hoy es muy común ver personas que adoran creerse moralmente superiores a otros, porque según ellos son tolerantes, políticamente correctos, respetuosos y finalmente apoyan la libre expresión, pero que a la hora de tener a una persona frente a ellos que opina diferente o le contradice, no actúan con el supuesto humanismo que dicen tener y en lugar de eso actúan como las personas más intolerantes e hipócritas que puedan existir.
La libertad de expresión es de las cosas más importantes que logro la humanidad en el siglo pasado, que cada persona pueda decir lo que piense es el paso más importante para lograr una sociedad libre y justa, pero como los seres humanos no gustamos de escuchar contradictores, nuestros instinto nos hace muchas veces actuar de forma agresiva a la hora de hablar o escuchar a una persona que piensa totalmente diferente a nosotros.
No es fácil cambiar un instinto o costumbre natural, pero si de verdad creemos en la libertad de expresión y deseamos una sociedad más justa, con más oportunidades y libre, tenemos que aprender a escuchar, a respetar a aquellos que piensen diferente a nosotros y porque no aprender de ellos, cuando escuchamos, podemos entender otros puntos de vista, podemos analizarlos y tomar lo bueno de los mismos, desechando lo malo o lo que no está de acuerdo con nosotros.
Estar a favor de la libertad de expresión no es alardear sobre ello, es escuchar y respetar a quienes piensen diferente, no tenemos que ser como ellos ni tratar de acoplarnos a los gustos de los mismos, si no nos agradan mantengamos una distancia de los mismos, pero si tenemos que tratar de conocerlos y tolerarlos.