La gente tiene una patología crónica hacia la mentira.
Se miente, unos más que otros, por una cantidad casi infinita de motivos, que ya pueden ir desde para evitar dañar al prójimo, salvar nuestro propio pellejo o simplemente por pura diversión.
La mentira está en nuestro instinto más primario, en nuestro código genético, en el simple echo de ser de la raza humana.
El problema principal, sin embargo, viene cuando nos engañamos a nosotros mismos, cuando por encajar, en unas pautas creadas por unos pocos y sintiéndose desubicado en esas pautas, nos mentimos para poder incluirnos ( que nos puedan incluir) en ese grupo "normal".
Pero ¿qué es normal? ¿quién impone los criterios?
Se crean modas, se exigen cánones, formas de vida, se buscan modelos de persona de los que enamorarse, se aspira a manera de vivir que son más propias de películas que de la vida real.
Soñar está bien ( es genial en realidad) pero hay que ser fieles a nuestros propios sueños y no adquirir los sueños globales, los que han acabado siendo sueño de muchos porque son los "normales" pero que no son los que originalmente se tenían.
Últimamente he estado pensando mucho en una mentira que ha sido recurrente en mi vida, con respecto a las relaciones. Si me diesen un euro por cada vez que me han dicho que me acerco bastante a la mujer perfecta, o que sería fácil enamorarse de mi o similares, seguramente ahora estaría escribiendo desde casa siendo una blogstar o una tweetstar gracias a la vida tan genial que mi pequeña fortuna me permitiría llevar.
Pero no es así.
Así que escribo desde la universidad, pensando en el trabajo de la tarde y en lo miserable que me siento cuando veo mi cuenta corriente. Pero sobretodo, pensando en esa mentira constante que acaba siempre de la misma manera, preguntándome ¿ si soy tan maravillosa, etc, etc, por qué siempre soy la que acabo sola?
Y no es que me moleste estar sola, ni que en realidad sea de ese tipo de gente que anda desesperada por encontrar a alguien... soy muy independiente y siempre he defendido mi papel de mujer valiente y fuerte, pero cuando te das cuenta que esa mentira se repite tanto y el resultado siempre es el mismo, te da por pensar.
Quizás la mentira real es que la gente se engaña con lo que realmente quiere.
Los hombres dicen: quiero una mujer independiente, inteligente, que sea fuerte, que luche por lo que quiere.... y seguramente lo que sus palabras quieren decir sea: quiero una barbie en mi vida, que se dedique a estar guapa y a hacerme la vida más fácil, que me necesite y que no me de demasiados problemas, que me de espacio y tiempo para hacer lo que quiera.
Y las mujeres dicen: quiero un hombre educado, listo y culto, que me trate como una princesa y que siempre esté a mi lado... y quizás lo que quieren decir es que en el fondo lo que quieren es una especie de macho alfa para un buen revolcón y ya está.
¿Qué queremos realmente?
¿Por qué nos mentimos de tal manera?
Estaría bien ser lo suficientemente valientes para decir con voz alta y clara: Yo quiero esto y no lo que vosotros queréis que quiera! Porque esto, para mi es normal y mi más profundo deseo.
Deberíamos aprender a no ser muñecos programados, dejar de mentir y ser valientes de seguir nuestros sueños y nuestros deseos. Quizás, solamente así, seamos capaces de romper las reglas.
Revista Coaching
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