En 2003, creé un festival de cuentos en un pequeño pueblo cerca de Nantes (Francia). Allí había ese lugar que ahora llamo "La casa pequeña", un lugar para acoger 8 personas adultos con autismo, un lugar sin carga de trabajo, un lugar dedicado al desarrollo personal. (...) Para el festival, programé la participación de una mujer que contaba cuentos bailando, una danza con muchos gestos, como un mimo. El impacto fue tan fuerte que la directora del establecimiento me propuso un proyecto respecto a los cuentos.El resultado fue la creación de 3 espectáculos donde actuábamos juntos frente a un público muy entusiasta. Pero ellos tienen una discapacidad tal, que era muy difícil organizar los desplazamientos para actuar en los festivales de cuentos u otros teatros lejos de la casa pequeña. La verdad es que no podíamos actuar más de 3 o 4 veces por año. Yo quería que mucha gente pudiese conocer a mis amigos con autismo. Entonces la única posibilidad era de crear un espectáculo en el que yo solo cuento sus vidas, sus amores, sus miedos… Más tarde ese espectáculo se convirtió en este cómic.
En el prólogo a la obra, Miguel Gallardo describe con emoción la filosofía última, catártica y terapéutica, que se encierra en las páginas de La geometría de los silencios:
Al final, lo que nos mueve a todos, dejando aparte las dificultades que tengamos para vivir nuestra vida, es lo mismo: todos necesitamos que alguien nos quiera; todos necesitamos importarle a alguien. Necesitamos que nos escuchen y que nos abracen de vez en cuando, necesitamos las mismas emociones, los mismos sentimientos para todos; eso es lo que nos hace humanos, y no la inteligencia ni la capacidad de triunfar o de alzarse sobre los demás.