La guerra en estado puro transforma al hombre en un ser que solo sabe obedecer y luchar. Hubo hombres, en los tiempos convulsos del siglo XX, que se transformaron en guerreros y enlazaron una contienda con otra, reenganchándose, como quien hace de las causas que cree justas una forma de vivir y cuando el combate deja de tener sentido y se reincorporan a la sociedad descubren que han perdido el sitio que ocupaban, porque el mundo que dejaron ya no existe.
“Añoranza de guerra” es una novela que habla de esos hombres y Blanco Corredoira es su autor, de la que él mismo dice que es políticamente incorrecta. En tiempos de revisión, en los que la Ley de la Memoria Histórica intenta hacerse un hueco racional en el sinsentido de una guerra civil, la más absurda y cruel de las contiendas posibles, es casi una provocación escribir sobre los divisionarios que lucharon codo con codo con el ejército nazi en territorio ruso intentando borrar de la faz de la tierra cualquier cosa que oliera a proletariado alzado al poder, o al menos eso fue lo que vendió la propaganda soviética.