Llevamos años obsesionados con la productividad. Corren ríos de tinta sobre cómo gestionar nuestro tiempo, pero en lugar de asegurar resultados liberando agendas, cada vez nos caen más reuniones sin foco claro o para cuestiones que se podrían resolver con un simple email, nos sobrecargan con toneladas de información sin filtro, y nos distraen sin piedad a golpe de cascadas de insulsos mensajes.
Se nos exige creatividad pero se nos peta la agenda. No tenemos ni un segundo para pensar, para leer, para buscar inspiración... ¿Cómo se cuadra este círculo? ¿Las técnicas de gestión del tiempo no funcionan?
Perdemos casi un tercio de nuestro tiempo
Quienes han echado cuentas de lo mucho que nos distraemos se llevan las manos a la cabeza. Parece que perdemos casi un 30% de nuestro tiempo haciendo cosas totalmente irrelevantes. ¡Unas 600 horas de trabajo al año!
Y lo peor de todo es que, cada minuto gastado en tareas de bajo impacto, nos lleva a perder horas de creatividad y actividades de valor.
Miles de emails irrelevantes. Cientos de interrupciones de compañeros para los que es más fácil mandarte un mensaje que mirar en la información ya compartida o en los tutoriales. Reuniones "vacías" que imponen quienes no quieren o no saben trabajar avanzando sobre documentos compartidos. Por no hablar de esas peticiones "urgentes" haciendo con su "total si es un minuto" que no puedas estar ni en ajo ni en las tajadas.
Yo cada vez cuento más interacciones realmente innecesarias.
Y creo no equivocarme al pensar que no soy la única. Sin embargo, todos estamos más liados que nunca... La malas praxis de colaboración online (porque aunque muchos hayan vuelto a las oficinas, la relación digital persiste), nos están ahogando.
Estamos muy quemados
Lo peor no es la falta de productividad o de impacto en resultados... lo peor es lo mal que nos sentimos: Nos cuesta concentrarnos, no tenemos ni un segundo de respiro (los cafés con los compañeros han muerto, todos están en un zoom), y echamos más horas que un tonto.
Tenemos que parar.
Pero me temo que no podemos esperar que "los de arriba" sean quienes nos paren. Tal vez la revolución tenga que venir una vez más desde abajo. Tal vez te toque a ti ser el protagonista de este cambio.
La solución podría venir de la gestión de tu atención
¿Cómo?
Parando un poco los pies al mundo. Que ya sé que se dice fácil (¿Cómo decirle elegantemente que no a tu jefe, a un compañero, o a tu cliente?) y no que se hace tan fácil. Pero que, créeme, es posible si lo haces a pequeños pasos.
Los que tengáis hijos adolescentes recordaréis un programa en la televisión que se llamaba "supernanny". De ella aprendí una máxima que no he dejado de aplicar con éxito, con mis hijos y también con mis jefes: "los comportamientos inadecuados se ignorarán siempre". El resultado es absolutamente espectacular.
Empieza a elegir qué o a quién ignorar
La buena noticia es que las relaciones telemáticas te lo ponen más fácil, basta con no coger el móvil a ese "interrumpidor profesional" (lo tenía en silencio y no lo oí, disculpas) o ignorar el email de esa "mari-urgencias" el tiempo suficiente para que "su urgencia" muera o se desvíe hacia otro incauto.
Elegir lo que ignoras y lo que dejas de hacer es la decisión más estratégica que puedes tomar. Dicen los expertos que lo suyo es identificar tus prioridades del día y dedicarles el 90% de tu tiempo, acotando las distracciones que provienen de otros intereses a un máximo del 10% de tu tiempo con un "perdona que te corte, entro en un zoom en 5 minutos".
Establece límites de tiempo y de participantes
Otra cuestión que ayuda es poner límites al tiempo que dedicas a cada tarea y también a las personas que dejas que intervengan en ellas. Cambiando esas reuniones para "ver cómo lo enfocamos" por tus propuestas iniciales sobre las que puedes solicitar comentarios. Ya verás que, en la práctica reducirás el número de personas que toman decisiones porque, a la mayoría, le parecerá bien ese camino y así echaréis a andar antes y sin dar tantas vueltas en círculos.
Aíslate del ruido
El ruido digital ya no el sonido de conversaciones telefónicas de tus compañeros o la charla que te llega desde la máquina de café. Son los miles de mensajes y correos, las videoreuniones que acabas poniéndote de fondo y sobre todo, esa sensación de estar en el tajo 24×7 porque no desconectas nunca.
No te lo pienses más, apaga las notificaciones de tu correo y de tu móvil y revísalo un par de veces al día y dedícate tiempo a "reunirte contigo mismo". Puede que al mundo le cueste... pero se acostumbrará.
Toma el mando. Ignora la rabieta de tu hijo (sé lo que cuesta, yo apliqué el método Estivill) y te sorprenderás de los resultados.
Y encima, verás como no sólo no te echan, sino que algunos te imitarán.
Fuente:https://balcon40.com/2022/09/16/la-gestion-del-tiempo-ha-muerto/