La gigantesca belleza de la cueva Son Doong

Por Ireneu @ireneuc

Hang Son Doong

Quien haya visitado las cuevas de Nerja o las del Drac, en Mallorca, habrá quedado fascinado por el tamaño y belleza de estos prodigios de la naturaleza, que las hacen especialmente dignas de ser visitadas. Sin embargo, y a pesar de su gran tamaño, no son ni mucho menos las más grandes que existen. El honor de ser la gruta más grande del mundo se lo merece una cueva en la que, en algunas partes de su recorrido, cabría holgadamente la madrileña torre de comunicaciones de Torrespaña y casi la de Collserola (que es un poco más alta). Eso si, tendrá que desplazarse un poco: se encuentra en Vietnam y se llama la Cueva Son Doong.

Ubicación geográfica

La cueva Son Doong (hang Sơn Đoòng, en vietnamita) es, simplemente, impresionante. Enclavada en medio de la selva del Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang de Vietnam, esta sorprendente gruta fue descubierta por una expedición de espeleólogos británicos en 2009 y si bien ya se conocía desde hacía bastante tiempo (se utilizó como refugio durante la Guerra de Vietnam), se ignoraba totalmente la magnitud de la cueva que había en su interior.

Salas inmensas

Excavada en la roca caliza, esta cueva tiene una longitud de casi 9 kilómetros. La medida, de por sí, ya sería excepcional, pero lo que deja boquiabierto es conocer que no es un estrecho y largo pasillo, sino que hay algunas salas que llegan a hacer hasta 200 metros de ancho y unos 250 metros de alto, conformando un espacio inmenso dentro de las montañas vietnamitas en las que incluso podría caber tranquilamente un Jumbo 747.

Esa mota es una persona

La circulación del agua durante los últimos milenios, a parte de formar estas inmensas concavidades, ha creado nuevas estructuras como estalactitas y estalagmitas, algunas de ellas grandes como columnas que dejan pequeño a cualquier persona. Los espeleólogos descubrieron una estalagmita de más de 60 metros de alto (como la estatua de Colón en Barcelona, vamos) a la cual llamaron la "Mano de Perro" por su parecido con una pata de este animal. Y es que, la escala humana en este escenario, sólo comparable a los de Viaje al Centro de la Tierra, pierde todo su sentido.

Corte en planta de la cueva

Por su interior hay terrazas calcáreas, paredes de barro y unas raras concreciones en forma de canicas -llamadas Perlas de las Cavernas- que se forman con la caída de gotas de agua sobre granos de arena y que son muy raras de ver; lo excepcional es que en Son Doong las "perlas" tienen tamaños de una bola de béisbol  producto del impacto de las gotas cayendo desde un techo a más de 200 metros de altura. Ahí es nada.

Belleza geológica

Sin embargo, estas tremendas cavidades a veces acaban por colapsar, hundiéndose el techo y formando un acceso desde el exterior que permite la entrada de la luz y de la vida que existe en la jungla circundante. En un par de sitios, estos colapsos han dado lugar a dolinas en las que se precipitan cascadas de agua hacia el interior de la cueva, formando una paradisíaca extensión de la selva allí donde la luz llega. Incluso se han encontrado diversos endemismos aclimatados a la vida cavernícola de Son Doong.

Auténticos jardines del Edén

Visitar esta maravilla planetaria no es ni barato, ni sencillo. De hecho, el acceso a la cueva está restringido y por unos 3000 euros se organizan recorridos para grupos de espeleólogos especialistas, los cuales pueden llegar a tardar hasta 6 días en recorrer de punta a cabo toda la longitud de estas espectaculares grutas. Unas grutas sin parangón en el planeta dignas tan solo de la desbordante imaginación de Julio Verne.

La escala humana pierde el sentido


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