La Gnosis de la Semana santa

Publicado el 03 abril 2015 por Habitalia
Semana Santa es la época en la que tradicionalmente se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, detrás de este extraordinario acontecimiento se esconde un mensaje oculto y por ello es conveniente entender el profundo significado esotérico de la Semana Santa.

La Semana Santa o semana mayor, la más santa de las semanas, puede estudiarse desde diferentes puntos de vista. Puede verse desde el punto de vista histórico, desde una perspectiva astronómica, a la luz de la religión comparada y con un enfoque íntimo trascendental.

Desde el punto de vista histórico nos recuerda la pasión del gran iniciado Jesús o Jeshuá Ben Pandirá. De acuerdo con los estudios gnósticos, no todos lo versículos bíblicos se refieren a la vida privada de Jesús. Muchos aspectos de su vida privada, su preparación, sus estudios, su iniciación se encuentran ocultos. Otros aspectos de su obra y enseñanza extraordinaria, no aparecen en ninguno de los cuatro evangelios, pero afortunadamente sobrevivieron de generación en generación por la tradición oral y se hallan contenidos en los evangelios apócrifos. Gran parte de su enseñanza esotérica permaneció escondida durante siglos, pero a partir del siglo XIX, las arenas del desierto y la divinidad han ido devolviéndola en la forma de los códices gnósticos en los que se halla la Pistis Sofía, los evangelios gnósticos y muchos otros textos de invaluable valor histórico, arqueológico y esotérico.

Ejemplos de pasajes no registrados en la Biblia y relacionados con la tradición de Semana Santa son: el manto de la Verónica, los nombres de los dos ladrones crucificados junto a Jesús y el nombre del centurión romano que atravesó el costado del señor.

Si bien es cierto, conocer la vida privada de Jeshuá Ben Pandirá, resulta interesante y atrae el interés de muchos investigadores y buena parte de la humanidad, resulta mucho más interesante entender el Drama Cósmico oculto detrás de la Semana Santa. Es indudable el fundamento astronómico de esta época sagrada. Solo así se entiende la pregunta: ¿Por qué la Semana Santa es una fiesta movible?

Semana Santa, la tradición del Equinocción de Primavera, no es un acontecimientos ocurrido solamente en Tierra Santa. Es una fiesta antiquísima celebrada por todos los pueblos antiguos. Y es que el fundamento astronómico de la Semana Santa solo se entiende en relación con la Navidad o nacimiento del niño dios de Belén. Detrás de Navidad y Semana Santa, hay un Mito solar extraordinario, motivo de estudio y celebración por todos los pueblos antiguos.

Los grandes dioses solares de todas las antiguas civilizaciones tienen una equiparación extraordinaria con Jesucristo y el mensaje esotérico que envía esta fiesta solar es el mismo para la conciencia humana.

El significado oculto de Semana Santa

La más santa de las semanas, registra formidables acontecimientos que todo iniciado debe efectuar si quiere alcanzar la perfección, la inmortalidad o la Auto Realización Íntima del Ser. A una escala intermedia, señala el camino a seguir por los iniciados que quieren alcanzar la santidad, la maestría o la salvación. Al nivel de la humanidad, proporciona múltiples símbolos que interpretados adecuadamente explica las causas por las cuales el animal intelectual se encuentra tan lejos de Dios y cuál es el método para regresar a él.

Para entender el profundo mensaje oculto escondido en los versículos bíblicos hay que acudir entre otros recursos, a la ley sagrada del Heptaparaparshinock o Ley de Siete, a la , a la Kábala, a la Anatomía Oculta y a la Psicología Gnóstica.

La Ley de Siete principios, es la Ley de Orden que se explica mediante la escala musical.

Reminiscencias de la ley de Octava, son los Siete días de la Creación, los siete días de la semana y los siete planetas de los antiguos. La ley de Siete explica el porqué de los siete niveles de energía en el átomo y la Tabla Periódica en la Química.

De acuerdo con la Ley de Siete, los días de la Semana Santa desde Domingo de Ramos, hasta Sábado de Gloria, se relaciona con los siete días de la Creación y con los siete planetas que se ven a simple vista ( Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno). Los siete días de la Semana Santa ya indicados forman una escala musical completa. Domingo de Resurrección corresponde a la nota Do de una escala superior. Los ocho días de esta sublime fiesta se corresponden con el Santo ocho, el signo del infinito y el número de Job.

En cada día de Semana Santa ocurren acontecimientos extraordinarios: la entrada triunfal en Jerusalén, los mercaderes del templo, la cena en Bethania y la maldición de la higuera estéril. Los dos días siguientes, son cruciales: Jueves Santo y Viernes Santo. En cada uno de estos días ocurren muchos acontecimientos que ameritan dedicación especial. Luego viene el día del reposo y la Resurrección.

La Gnosis enseña que todos los acontecimientos ocurridos durante esos ocho días, no son de ayer, de un remoto pasado y no deben verse en el ambiente de Tierra Santa. Al estudiar la Semana Santa desde la óptica del Drama Cósmico, se explica que cada uno de los personajes de tal drama se encuentran en la psiquis de cada individuo humano.

En Domingo de Ramos, Cristo entra en la Jerusalén Celestial montado en un pollino o crío de un asno. Jerusalén, la ciudad santa de las doce puertas, es nuestro propio cuerpo. Cristo debe entrar en nuestra ciudad interior, montado en el burro que representa a la mente.

Los mercaderes del templo, son los elementos indeseables de nuestra conducta que cambian al oro, al Cristo Sol por la plata, por el dinero, por la Luna, son los que comercian con palomas, con el Espíritu Santo, señor y dador de vida. Hay que aprender a empuñar el látigo de la voluntad para expulsar a los mercaderes de nuestro templo corazón.

La Cena en Bethania relata un antiguo ritual que simboliza matrimonio en castidad indispensable para realizar la Gran Obra de la Alquimia. Por ello, el primer milagro del Salvador, es la transmutación del ens seminis, de las aguas de la vida en vino de luz del alquimista en las bodas de Caná.

La higuera está relacionada con las fuerzas sexuales, con el ens seminis, indispensable para lograr el Nacimiento Segundo del que habló Jesús a Nicodemo en el capítulo 3 del Evangelio de Juan. Eso del árbol que no da fruto está más allá de la interpretación literal y se relaciona con los místicos que no realizan transformaciones íntimas profundas y que no trabajan en la conservación de su energía, ni en la transmutación alquímica.

En Jueves Santo se realiza la Última Cena. El Kalki Avatara de la Era de Acuario, Samael Aun Weor explica en el capítulo titulado: Dos Rituales de su libro: "El Matrimonio Perfecto", que la Última Cena es una ceremonia mágica de inmenso poder y que a diferencia de lo que se especula con el Santo Graal, "La Última cena fue una ceremonia de sangre. Los apóstoles trajeron cada uno entre su copa, gotas de su propia sangre, y vaciaron estas gotas entre el Cáliz del Cristo Jesús. En ese Cáliz el Adorable había echado también su sangre real. Así, entre el Santo Graal, se mezcló la sangre del Cristo Jesús con la sangre de sus discípulos."

Según las tradiciones gnósticas el Cáliz sagrado existe, fue el mismo que recibió Abraham de manos de Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Gn 14: 17 - 20) y que con el tiempo pasó también a las manos de Moisés y de . El Gnosticismo Universal enseña que entre quienes intuyeron el destino final de la Santa Reliquia se encuentra Ricardo Wagner y lo devela en su majestuosa ópera: Parsifal.

Conforme al Drama Cósmico, en Jueves Santo el Redentor del mundo da las últimas instrucciones a sus discípulos y en el Nuevo Testamento están registradas las que da a Pedro y a Judas Iscariote.

Esa noche ocurre también la oración en el huerto de Getsemaní y el formidable llamado al despertar de la Conciencia al encontrar a sus discípulos durmiendo, es decir, con la conciencia dormida (Mt 26: 38 - 44).

Viernes Santo se encuentra lleno de elementos simbólicos escondidos en las 14 estaciones del Viacrucis y las siete palabras. Judas, Pilatos y Caifás, representan el mismo papel que los tres traidores que asesinaron a Hiram Abif en las tradiciones masonas, de Hiram Abif se habla en el primer libro de Reyes.

Judas representa al demonio del deseo, Pilatos al demonio de la mente, que siempre se lava las manos y Caifás al demonio de la mala voluntad. Las multitudes que gritan. Crucifícale, no son de ayer, de un remoto pasado, ni quedaron en Jerusalén. Esas multitudes se encuentran en la psiquis humana y constituyen el yo pluralizado de la Psicología Gnóstica.

Según las tradiciones, Jesús muere a los 33 años, en clara alusión a las 33 vértebras de la columna vertebral por donde asciende victoriosa la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes: el Kundalini. Es crucificado en el monte de la Calavera, adonde debe ascender Kundalini. En lo alto de la cruz fue escrita su causa con las siglas: INRI.

A diferencia de lo que creen muchos, la cruz no es un símbolo de martirio, sino de creación y nacimiento. Detrás de los palos de la cruz, lo mismo que en el cáliz y la lanza de Longinos, se esconde un simbolismo sexual, pero de sexualidad espiritual trascendente. Por eso las multitudes le gritan que se baje de la cruz incitando al iniciado a que se salga de la Senda del filo de la navaja. INRI en Alquimia significa: Ignis Natura Renovatur Integram, el Fuego renueva incesantemente la Naturaleza.

Las siete palabras o siete frases que pronuncia el señor en la cruz también son profundamente significativas y se relacionan con el septenario sagrado de teósofos y yoguis, con siete principios anímicos y espirituales que el iniciado debe construir o realizar. Una de ellas, enigmática por siglos es la famosa frase maya: Helí, Helí, Lamá Zabaktani y que significa: "Ahora hundirme en la prealba de tu presencia".

La Gran Obra alquimista culmina con la muerte y resurrección del Hierofante. La Gnosis enseña que el Cristo Jesús realmente resucitó y aún conserva el mismo cuerpo físico que usó en Tierra Santa.