La jornada con horario infantil acabó como empezó, con victoria culé, goleada, estreno de Suárez, recuperación anímica de Pedro, debut de Montoya en partido serio y fiesta en las gradas , que entre Navidades y horario presentaban un aspecto triste y semi vacío.
Cinco goles de bella factura que nos hacen marcharnos de vacaciones(al menos con el Barça) con una sensación de poder seguir luchando en todas las competiciones, aunque el deseo del Córdoba de Djukic de intentar jugar al fútbol(cosa poco habitual y más estando Mateu Lahoz) y el gol tempranero de Pedro ayudaron a que el camino fuera más llano que de costumbre.
Lo más entretenido de la semana habían sido las declaraciones de Sergio Ramos, que travestido de pastorcillo de Fátima nos soltó su última perla, como si en uno de sus trances o a causa de una mezcla mal controlada de medicamentos, hubiera tenido la gran revelación: el Papa será de San Lorenzo, pero Dios es del Madrid.
Y se quedó tan ancho.
Pero la verdad es que cuesta creer que a Dios, de existir, le pudiera gustar el fútbol, además de que saber el pasado el presente y el futuro quitaría muchos alicientes a este deporte, pero en cualquier caso seguro que nunca sería del Real Madrid.
Más bien puedo imaginarmelo siendo de un equipo modesto, porque cuando su Hijo vino al mundo no se hizo fan de Herodes(que en las pelis, este sí que tiene pinta de ser del Madrid) sino de los que no tenían de nada, no eligió a los suyos entre los fariseos sino entre los pescadores, no se marchó con los ricos sino con los que apenas podían comer.
Como esos que ahora(y han pasado 2000 años) hurgan en los contenedores y a quienes los que mandan de verdad (previa dieta por reunion de 500 euros) van a permitir que se les de una limosnita para ver si dejan de buscar en la basura, que parece que da mala imagen ahora que todo va tan estupendamente.
Pero volviendo a Ramos, yo creo que la explicación es más sencilla: le ha traicionado su subconsciente y su experiencia.
Sergio es un buen chaval, inocente a veces, que tal vez aún siga pensando que el Domingo de Ramos la gente sacaba las palmas en el pueblo para homenajear a su familia, y estos años en el equipo blanco le han permitido vivir cosas sorprendentes que él ha confundido con milagros.
Ramos, en ocasiones, le suelta una patada al rival (y si no llega, lo hace su amigo Pepe) cuando va solo cara a puerta y cuando se señala la falta, reza por dentro: Señor, Señor, que no nos expulsen, por favor, por favor, y en efecto, no lo expulsan.
Un día, con todo ya perdido, puede que pidiera: Señor, por favor, que alarguen mucho a ver si aún empatamos, y les concedieron 5 minutos, cosa casi imposible en una final de Champions.
Y Ramos se lo ha creído. Porque habrá pensado: si Dios no fuera del Madrid no ganaríamos tantas veces de esta manera tan rara, pero si Dios ciega al árbitro cuando hacemos algo mal y le hace equivocarse a favor si hay jugadas dudosas, es que es de los nuestros.
Los que tienen que serlo son "los otros".