Santiago escribió: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6b). Los humildes son aquellos que admiten que no son capaces de lograr éxito sin la ayuda del Señor. Pero los orgullosos siempre tratan de obtener reconocimiento. Les gusta creer que es su habilidad la que consigue que se haga el trabajo, por lo que les es difícil pedir ayuda, y aun más, aceptarla. Por eso Pedro escribió: “…creced en la gracia…” (2 Pedro 3:18). Sólo aprendemos a confiar en Dios al hacerlo. Crecemos en gracia practicando la confianza en Él, contando con la gracia de su provisión diaria, y su intervención en situaciones difíciles o imposibles para nosotros.
Reconócelo: nunca habrá un solo día en el que no necesites la gracia de Dios. Y si estás dispuesto a reconocer que la necesitas y la recibes por fe, nunca te faltará. Escucha: “De su plenitud [abundancia] recibimos todos [todos recibimos una porción y todos fuimos provistos], y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).
(Devocionales Cristianos)